Baile Chino N° 2 Tamayino de Ovalle
Andacollo, Coquimbo

Es uno de los bailes más importantes y antiguos de Andacollo. Nace en el afamado mineral de Tamaya en el siglo XIX, para luego trasladarse a Ovalle. Su presencia en la festividad de Andacollo es permanente y tiene el carácter de ser un baile que sólo se presenta en en ese momento, no concurre a otras festividades. Su historia está muy ligada al baile de danza tamayino y a importantes autoridades andacollinas como fueron don Francisco Lizardi y don Nemesio Guzman. Hoy es dirigido por el nieto de Lizardi, don Francisco Galleguillos. Una de las principales características del baile es que siempre a pertenecido a unas pocas familias los Lizardi-Galleguillos son hoy en día quienes sostenienen, han heredado y transmitido el culto a las nuevas generaciones.

A continuación un extracto de lo escrito en el libro “Será hasta la vuelta de año” (Rafael Contreras Mühlenbrock y Daniel González Hernández, pag 399-4435, 2014).

El cruce de fuentes documentales y bibliográficas nos permite señalar que en la fiesta de Andacollo aparecieron, en diferentes momentos del siglo XIX, a lo menos seis bailes de chinos y danzas provenientes de distintos sectores de las minas de Tamaya (valle del Limarí); aunque es muy probable que este número refleje solo una parte de los bailes que existieron realmente en este sector. Esta presunción se basa en el hecho de que a mediados del siglo XIX el afamado yacimiento cuprífero de Tamaya concentraba una alta población, pues el mineral comenzaba su periodo de auge. Por entonces era una costumbre generalizada y fuertemente arraigada entre los mineros de la región, congregarse y organizarse para participar activamente en los ceremoniales de la devoción popular, ya sea como baile chino o como baile de danzas. A esto debe agregarse la participación en dichas minas durante la Colonia de múltiples familias indígenas encomendadas de Huamalata, Guana, Limarí y Sotaquí, que además tuvieron un rol destacado en la constitución de la Cofradía de Andacollo y la popularización de su culto en el valle del Limarí.

El origen del actual Baile Chino Tamayino se remonta a la mina San José, en el cerro Tamaya. Don Cipriano Galleguillos recuerda que «el baile nuestro, nació en Tamaya, en el mineral de Tamaya que está al sur [surponiente] de Ovalle. Hay un mineral que fue muy rico... en los años de 1800».320 A diferencia de la mayoría de los bailes religiosos de la región, este es un baile de complexión dual puesto que desde tiempos antiguos ha tenido una rama de chinos y otra de danza. Así consta en algunos relatos y testimonios antiguos, como se lee en el texto de un canto de don Francisco Lizardi Monterrey registrado en 1927. El baile de chinos fue fundado en 1833 por Antonio Rodríguez, primer jefe de la hermandad, quien fue sucedido por don Cirilo Lizardi, padre de don Francisco. En algunos de sus cantos expone que el baile de chinos se habría unido con el baile de danza de don Mateo Santander en la segunda mitad del siglo XIX. No obstante, el Libro de informes del pichinga don Laureano Barrera registra algo distinto: el baile de don Mateo Santander —vale decir, el baile de danza aparece hacia 1895 en plenas funciones bajo el liderazgo de don Juan Araya, pero no así el baile chino de Lizardi, que no aparece en dicha lista, pese a la cercanía que don Laureano tuvo con don Cirilo y don Francisco. Se sabe que el baile de danza y el baile chino estuvieron unidos des- de 1863, pero es muy probable que esta paradoja se deba al hecho de que el baile chino haya sido consignado como parte del baile de danza dirigido por Araya, puesto que don Cirilo había muerto ese mismo año y don Francisco recién comenzaba a dirigir a los chinos, quienes además permanecían unidos desde 1863.

Como muchos otros bailes religiosos de la época, el Baile Tamayino aglutinó en sus inicios una serie de familias —por ejemplo, la de su fundador, don Antonio Rodríguez—, estableciendo una dinámica de ligazones muy estrechas y horizontales. Pero ya a mediados del XIX comenzó a descollar entre todas la familia Lizardi, desarrollando un liderazgo que la posicionó por sobre los demás linajes integrantes que, aunque seguían participando, estaban supeditados a la voluntad y parecer de este Lizardi. La principal causa de esta supremacía radicaba en la capacidad que poseía este grupo familiar para ejecutar medidas acordes a las necesidades de funcionamiento del baile. Este tipo de liderazgo, que en ningún caso excluía la participación de otras familias, dio origen a un tipo de hermandad que se la conoció como baile familiar, tal como lo asegura su actual jefe:

“Bueno, el origen del baile, de acuerdo a lo que mi papá [Cipriano Galleguillos] nos contaba de cuando chicos, es que mi abuelo [Francisco Lizardi], su padre, a él lo llevó de la edad de dos años. Pero anteriormente [estaba] mi tatarabuelo [bisabuelo], el abuelo de mi padre, que era don Cirilo Lizardi [...] [mi abuelo tuvo] hijas por lo general y también hijos, pero todos fallecieron ya. Algunos fueron chinos, pero muy pocos como mi papá, que abrazó la fe. Entonces, claro, nosotros, como que mi abuelo, de verlos [vernos] ahora estaría orgulloso, que nadie de la familia directa la abrazó tanto como su hijo, que fue su último hijo, el concho. Claro, junto a la hermana de él, a mi tía Ana María [Lizardi] y que de ahí nacen mis primos, que también gran mayoría de mis primos son integrantes pero fijos del Baile Tamayino, y de chinos. Claro... y ahí de la danza también, poh, ellos también aportan hijas a la danza [...] Mi abuelo defendía tanto a los chinos como a la danza, en la misma forma, de un solo nivel [...] Es una tradición y, como lo hizo mi papá, nosotros tenemos que seguir, como lo hicieron mis abuelos y tratar de defender esa posición... Era un baile familiar y, entonces, los bailes familiares no los tocaba nadie, porque inclusive hasta el día de hoy los estatutos los respaldan y los protegen porque son bailes familiares, en esos bailes no es necesario que haiga directiva allí dentro, porque la familia se reúne en cualquier momento pues, estamos formando acuerdo de cualquier tipo, porque somos mi primo, mi papá, mi hermano, el hijo de mi hermano, mi sobrino.”

La permanencia de este tipo de bailes en la historia y la cohesión de una familia es algo muy gravitante y, según las propias palabras de don Cipriano Galleguillos, comporta un tipo de bien espiritual y cultural que solo se puede delegar y transferir como auténtico patrimonio familiar que debe heredarse de una generación a otra.

“Entonces ahí él, mi padre [Francisco Lizardi], siguió de jefe, habiéndolo heredado él de su padre, mi abuelito Cirilo de antes [lo heredó], así que eso viene de antes que estaba ahí [...] Entonces, se traspasa por... mi bisabuelo, mi abuelito, mi papá, yo, mis hermanos mayores primero, ahora vienen mis hijos y tengo nietos también y el baile nuestro se compone de pura familia casi, más los amigos, más los herederos de los que acompañaban en el baile. Entonces esos hijos también están ahí. Y ese es el baile Tamayino que represento y tengo la honra de pertenecer, pero viene como por herencia.”

Los Lizardi, asentados ya en el Limarí, siguieron ocupando el cargo de jefes del baile por el lado de don Francisco Lizardi, pasando luego la jefatura a manos de su hijo Cipriano Galleguillos y después continuó en las ramas de las familias González Galleguillos y Galleguillos Ortiz, quienes hasta hoy mantienen en pie la tradición.

A pesar de que me he juntado con otros Lizardi de Andacollo, de por acá de la zona, yo no he logrado saber que existía algún Lizardi con otra actividad, familiar que existiera en otra ciudad que no fuera Ovalle. Todos como que se reunieron en cierta época, como que llegan de allá de la Quinta Región, como que podríamos hablar de Quillota... De don Cirilo [bisabuelo] y de Francisco [abuelo], como que don Cirilo llega pero con mi abuelo chico, con otros hijos más que se quedan en la zona.

Antes de fallecer en 1932, don Francisco Lizardi había dejado el baile bajo el mando de uno de sus hijos, al parecer, de don Pablo Segundo Lizardi, quien residía en Sotaquí y no habría ejercido más de un lustro. Prontamente lo sucede- ría don Nemesio Guzmán, quien, en representación de Ana María Lizardi, toma la jefatura del baile. Este chino había participado junto a su padre en el baile del Niño Dios de Sotaquí, donde don Francisco Lizardi fue nombrado cacique honorario de dicho santuario el 8 de diciembre de 1930. Don Nemesio Guzmán fue chino de nombradía: por seis décadas se desempeñó como primer abanderado del baile Tamayino, importante cargo que desempeñó hasta su muerte en 1991. Aun más, entre 1973 y 1984 fue el segundo cacique de Andacollo, mano derecha del pichinga don Rogelio Ramos. Durante la década de 1990 y comienzos del presente siglo ejerció el cargo de jefe don Cipriano Galleguillos, hijo de don Francisco Lizardi. Don Cipriano había oficiado como segundo jefe durante gran parte del siglo XX. Con noventa y tantos años de edad, hoy es jefe honorífico y su hijo Fran- cisco es quien dirige a los chinos.

Porque más bien dicho él era el jefe [don Nemesio Guzmán], mi papá [Cipriano Galleguillos] siempre fue el segundo jefe, porque don Nemesio se hizo cargo del Baile desde que mi abuelo falleció. Mi padre no tenía la edad suficiente o él [don Nemesio Guzmán] tenía mucha más experiencia, era mayor. Entonces él tomó las riendas del baile... Quedan las hijas de mi abuelo, que serían las hermanas de mi papá: la tía María, la tía Peta, todas Lizardi, claro. Entonces mi papá también queda ahí, pero como era demasiado niño, demasiado joven todavía, don Nemesio, que pertenecía a la familia tamayina por el hecho de que el papá de don Nemesio y mi abuelo eran muy yuntas [amigos], entonces eran muy religiosos, pertenecían a la misma don Vicente Ferrer [parroquia de Ovalle], eran como los que hacían cabeza en la parte de catequesis para los niños que iban a hacer la primera comunión y todas esas cosas. Entonces de ahí salió que don Nemesio abrazara como jefe del baile y hasta que mi papá creciera, pero mi papá creció y como don Nemesio lo hacía muy bien, siguió hasta el día de su muerte... Había un respeto único. Lo que decía don Nemesio acatábamos así cien por ciento, desde mi papá p’abajo y ahí no había otra voz que lo que él decía, eso se hacía.
La principal devoción del baile fue siempre rendirle culto a la Virgen y asistir a Andacollo, tal cual refrenda su actual jefe:

A mí, la verdad de las cosas, es que nosotros por tradición solamente vamos a la fiesta de Andacollo y no concurrimos a ningún otro tipo de actividades que no sea la fiesta de Andacollo, porque los bailes fueron creados a imagen de la Virgen de Andacollo. Es decir, de ahí nace todo y ahí se debe mantener [...] La fe mueve montañas y esto es sola- mente en Andacollo, no participan de la misma manera en otros lugares. Solamente en Andacollo.

Queremos finalizar con algunas palabras de don Cipriano, el chino más antiguo entre los que en Andacollo se encuentran aún en servicio. Don Cipriano nos cuenta sobre su baile, su vestimenta, sus instrumentos, su danza y la forma que adoptaba antiguamente la devoción de los chinos tamayinos:

Usted se ha fijado que tenimos un cuero acá en el baile de nosotros, que se llama culera. Es lo mismo que se usaba en la mina pa’estar sentado, pa’trabajar se necesitaba... Y era de cabra, de oveja o de vaquita. Entonces esa tradición sigue. [Los bailes] eran con flauta, con pititos así, como el del cacique Barrera, [tocan flauta y tambor] porque no había otra cosa de qué surtirse, por lo que me contaban mi abuelito y mi papá. Resulta de que [la] flauta era de caña, de cañaverales, le cortaban en el tres o cuatro, de acuerdo como creciera, grande o chica, pa’ que suenen más, pa’ que sean roncas... así nomás. Después la rellenamos como la tuvimos ahora, elegante, pero adentro van flauta nomás, ese era el sistema. Y los tambores eran porque mataban un animalito, una cabrita, un perrito, se curtía y se hacía tambor. Sí todo salía de la mina. No había donde comprarlo, estas cosas de ahora... Y sin pito, sin nada, con las puras señas [de la bandera] y los entrenamientos y el cariño que se le tiene a la Virgen. Yo lo admiro [...] Los pasos los inventan, son los mismos pasos que tenía mi papá, [pasos] antiguos y yo los he conservado. Y las cruzadas y los movimientos que hago [con la bandera], son los mismos, sin tocar ni nada. Las banderas, en la posición que uno lo coloca, ellos van dándose vueltas, hacimos una troya, unos se cruzan, nos encontramos los tamboreros con los abanderados. Entonces eso [lo inventaron] los antiguos, porque nosotros seguimos lo mismo que hacían los antiguos. Que los antiguos eran muy ágiles y nosotros seguimos igual.

Nosotros, como le digo, no practicamos ese, la violencia [del bailar] [buscamos] que sea coordinado, porque las flautas son raaannn, raaannn y a uno le va dando al son de algo que es pa’llá, pa’cá, la vuelta pa’llá, la vuelta pa’cá. Está sincronizado, porque así está, porque viene de muy atrás. Sí. Las personas que van, hasta poco tiempo, a los niñitos chicos les enseño: «Esto se hace así, se hace allá», con paciencia, y les gusta... Aquí todos los pasos se bailan al son de la flauta, al son del tambor, que sincronice una cosa, con la vuelta de la bandera y todo ese y tener ojo con el abanderado. El abanderado es el que ordena, sin tocar pito [...]
[Yo] bailaba al lado de mi papá como abanderado también. [Cuando entré] fui el último abanderado y me fue bien. Lo que hacía mi papá, hacía yo, poh. Como recitaba mi papá recité yo, cuando él falleció, poh.
Nosotros.— Entonces ¿usted aprendió a usar la bandera copiándole a su papá? Sí, poh, porque como era tamborero yo tenía que luchar con el abanderado en los cruces. Así, lo que él hacía con su bandera yo tenía que hacerlo. Él [abanderado] no podía moverse mucho, por su cintura, pero nosotros saltábamos por él... [El movimiento de la bandera] es como llevar el compás de cada movimiento, del compás de la flauta, le va indicando usted. Porque un flautero se puede largar, un movimiento p’allá, un movimiento p’acá, tiene su significado... igual cuando hacimos los cambios, uno se va pa’l rincón y levanta la bandera y se cruzan. Por ejemplo: estamos bailando en el centro, me doy la vuelta p’allá, quedo mirando y levanto la bandera y eso significa que hay que cruzarse uno p’allá y uno p’acá, y cruzan bailando y nosotros vamos pa’l otro lado y los otros quedan acá y después así, unos se dan vuelta y formamos una rueda. Eso se hacen desde muchos años, esa es la verdadera troya. Somos los bailes antiguos los que hacemos, ellos no conocen eso [los nuevos], no conocen. Ellos bailan casi de frente nomás [...] El corrector era como para corregir los defectos, con una espada, pero de madera, para que los chinos pudieran bailar tranquilos, que el público no se les fuera encima, al frente de la Virgen nomás e irle abriendo paso cuando se fueran retirando. El corrector iba para que salieran, [eran] los que cuidaban a los integrantes, porque la gente se le viene encima. Entonces el corrector tenía esa función... pero desapareció y era el que cuidaba a los niños [que integraban la formación del baile] más que a los antiguos, que no les fuera a pasar algo.
[...]
Hay que tener un sonido, un rajido que se llama, cuando es más largo es un rajido como que lamentándose a ratos. También tenemos un rajido como arrastrándose, eso lo hacemos de vez en cuando, en la presentación de la Virgen, cuando ya nos vamos. Rajido triste, que en vez de soplar, rooohhh, rooohhh y con la bandera por el suelito, y retirándose... más suave, como con pena que nos vamos... lo de nosotros no es por provocar, es más suave... es como sublime el sonido, raaannn, raaannn... y algo natural de cañita.

Video



  • Identificador SIGPA: CC19
  • Fecha de registro: 19-12-2012
  • Tipo: Cultor colectivo
  • Composición: Masculino
  • Comuna: Andacollo
  • Region: Coquimbo
Ubicacion
Fotografías