Baile Chino Pescador Nº 10 de Coquimbo
Coquimbo, Coquimbo

El Baile Pescador Chino Nº 10 de Coquimbo fue fundado el día 25 de diciembre de 1810 en la ciudad de Coquimbo, sus integrantes se definen como chinos y promeseros de la Virgen del Rosario de Andacollo. Desde sus inicios ha mantenido el orden jerárquico con el liderazgo de un jefe y dos ayudantes: 2º y 3er. jefe. En su origen, estuvo integrado por las familias de los pescadores de Coquimbo, Antonio Raimundo Vega y Casimiro Antonio Vega, ocupando las jefaturas los hijos de los primeros jefes, tradición que se mantiene hasta nuestros días. Actualmente, este Baile está conformado por familias que habitan en diferentes lugares del Puerto de Coquimbo como Guayacán, Coquimbo Centro, Parte Alta de Coquimbo, El Llano, Baquedano, San Juan, Las Torres, entre otras. Algunas de estas familias fueron emigrando a la zona central, La Calera y Quillota.Este baile participa en las fiestas de Andacollo, Sotaquí, Algarrobo, Tambillo y en las fiestas patronales de la zona, La Cantera, Guayacán y el "Ensayo General".Los primeros trajes fueron confeccionados por los propios integrantes, la mayoría de estos era de cuero de lobo marino, las flautas son elaboradas hasta hoy de caña de coligüe y cera virgen; hoy el traje es de color morado y se les agregó un pañuelo de seda a la espalda y un cinturón cubre correa. 

A continuación algunos extractos del libro “Será hasta la vuelta de año” (Rafael Contreras Mühlenbrock y Daniel González Hernández, pág. 343-364, 2014). 

Historia del Baile: 

Del Baile Chino Pescador N°10, de profunda tradición andacollina, poseemos dos referencias documentales que nos hablan de la historia de esta hermandad. El padre Principio Albás informa que habría «En 1823 una comparsa organizada por los pescadores del puerto de Coquimbo». La otra referencia la aporta el pichinga don Laureano Barrera, quien señala que asistía a la fiesta andacollina en 1895 un baile coquimbano dirigido por don Pascual Cortés, que tenía 29 integrantes y seis años de servicio, habiendo sido inscrito en Andacollo en 1889. Ninguna de estas fechas coinciden entre sí y es probable que se trate de dos bailes consecutivos, o bien, de un primer baile del cual pudo derivar un segundo (…). Estas dos fechas tampoco coinciden con lo registrado en un documento que elaboró el propio baile y que, además, se repite profusamente en los testimonios de los chinos. Este documento afirma que el baile se fundó en 1810. 

 “El Baile Chino Pescador tiene 200 años de antigüedad, fue fundado el 25 de diciembre de 1810 en la ciudad de Coquimbo, conformado por humildes familias de pescadores de la comuna, quienes le asignaron este nombre al baile. La historia nos cuenta que estas familias fueron trasmitiendo de generación en generación el orgullo de ser chino de la Virgen del Rosario y promesero.” 

(…) Los Vega son la familia más inveterada de este baile. De entre ellos aún son recordados los hermanos Casimiro y Antonio. Ellos habrían liderado el baile entre fines del siglo XIX y comienzos del XX y son los jefes más antiguos en la memoria colectiva de la actual hermandad. No obstante, hubo otros jefes antes de los hermanos Vega, pero sus nombres y hazañas han desaparecido de la retentiva social del baile. Más tarde, entre los años 1920 y 1930 aparece don Juan Vega, uno de los jefes más resonados de la hermandad y que se desempeñó en el cargo hasta el día de su muerte en la década de 1960, ya en avanzada edad. Alfonso Pocholo Peralta recuerda que en aquella época el baile tenía alrededor de medio centenar de participantes, al punto que junto a las dos hileras de flauteros, los abanderados, capitanes y banderas, el baile tenía muchas corridas de tamboreros. 

Por siglos ha existido un lenguaje de señas entre los abanderados, las banderas de sombra y los portaestandartes. Estas prácticas, que han definido una estética y una referencia que identifica al baile, actualmente están en flanco declive. El manejo de las banderas es hoy un dominio de ejecutores y portadores de avanzada edad y dichos conocimientos no han sido traspasados a las nuevas generaciones, porque ha habido un deterioro considerable en la continuidad del proceso de transmisión intergeneracional que antes permitía sostener este conocimiento. Este proceso de desuso de una de las prácticas al interior del sistema ceremonial es generalizado, y el Baile Chino Pescador N°10 de Coquimbo no es una excepción. Tras morir don Eduardo Jofré, hace solo unos años, asumió como jefe don Julio Carvajal, quien estuvo pocos años y se retiró luego. Durante esos años se tomó la decisión de dotar al baile de una organización con personalidad jurídica tramitada mediante la municipalidad, algo bastante común entre los bailes de la actualidad, pero que, conforme a la ley, se debe elegir una directiva que, se quiera o no, constituye una jerarquía adicional y paralela a los tradicionales jefes. Resulta evidente que desde la constitución de directivas electas y asambleístas, la figura tradicional de la autoridad monolítica y unívoca del jefe de baile, se ve eclipsada por las funciones de la directiva que, en más de alguna ocasión, debe resolver asuntos que en el pasado eran exclusivamente facultad del jefe. El Baile Chino Pescador N°10 de Coquimbo es liderado actualmente por su jefe don Marcos Véliz. No obstante, la presidencia de la personalidad jurídica recae en don Manuel Villalobos y, por coordinadas que estén ambas partes, la figura del jefe se ve aminorada en su potestad por este cambio en la estructura organizacional del baile. 

En este contexto reciente, el Baile Chino Pescador N°10 ha transitado por un periodo crítico, que se desencadenó tras la muerte de don Eduardo. Su deceso dejó al baile en una situación de fragilidad extrema, porque con él se fue el último jefe de la autoridad indiscutible. Este hecho causó un estado de anomia al interior del baile, al punto que casi se desintegra. Sin embargo, un argumento importante de cohesión fue el sonido de las flautas y la adhesión de los flauteros a esta sonoridad. Esta situación nos permite advertir que muchos chinos mantienen una relación afectiva con el sonido de flautas del baile y con las propias flautas que han tocado durante décadas. Para muchos chinos este sonido no puede estar ausente de sus vidas, porque el sonido del baile es una construcción social que otorga sentido de pertenencia a una historia colectiva. Por otra parte, la relación personal del chino con el instrumento es parte importante de su historia de vida, porque la flauta y el sonido que ellos consiguen para el baile le da al chino una posición social determinada y reconocida por todos los miembros de la hermandad. En este caso particular podríamos decir que la voluntad de conservar el sonido y la lealtad de los chinos para con sus flautas impidieron que el baile sucumbiera, puesto que dicho sonido solo puede ocurrir como expresión del sistema ceremonial. 

Familia y trabajo: Son muchas las familias que históricamente han participado en el baile. Entre otras, están los Vega, Villalobos, Salinas, Jofré, Alburquerque, Anacona, Carvajal, Molina, Chirino, Gaona, Collao, Rojas, y es probable que estemos dejando en el tintero a unas cuantas. De estas, la gran mayoría se dedicaba a la pesca artesanal y otras se vinculaban al trabajo obrero en el puerto, de estiba principalmente, todos quienes eran flauteros, tamboreros y abanderados.(…) Esta impronta productiva marina ha generado una rivalidad histórica con otro baile coquimbano, el Baile Chino N°6 de La Cantera, en el cual participaban principalmente agricultores de esta zona aledaña al puerto, y que con sus productos proveían de hortalizas y verduras a la ciudad. Don Arturo señala enfáticamente que ese baile no sería de Coquimbo, sino que de La Cantera, y además que ellos no son pescadores sino que campesinos, estableciendo una división identitaria, territorial y productiva insalvable. 

Presente: Pese a la merma de integrantes de los últimos años, el Baile Chino Pescador N°10 se encuentra plenamente vigente. Regularmente asiste a las fiestas de la ciudad y, sobre todo, tiene presencia permanente en las celebraciones de Andacollo. Junto a lo anterior, el baile ha concurrido a múltiples iniciativas de índole cultural, hecho que le ha permitido interactuar con otras instituciones y organismos que están fuera del ámbito religioso-popular. En este contexto, el baile recibió en el 2009 el reconocimiento de Tesoros Humanos Vivos, otorgado por el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes. Este reconocimiento sitúa al baile en el ámbito de las expresiones culturales con carácter patrimonial, accediendo con ello a formas de reconocimiento que nunca antes recibieron de ninguna institución estatal. Esta distinción trajo aparejado el acceso a ciertos recursos pecuniarios que la hermandad ha destinado a la compra de un terreno en Andacollo, donde pretenden construir una sede y así dar cumplimiento al sueño que anhelan casi todos los bailes del Norte Chico. Asimismo, es protagonista de permanentes acciones que contribuyen a mantener a pie firme la tradición de los chinos, salvaguardando la predominancia histórica que estos deben tener en la festividad andacollina, por sobre el creciente y cada vez más poderoso rol de los bailes de instrumento grueso.

Reconocimiento Tesoros Humanos Vivos 2009

Obtiene el Reconocimiento Tesoro Humano Vivo por ser exponentes de la más antigua y valiosa manifestación de la religiosidad popular mestiza, muestra viva del sincretismo hispano-indígena, junto con dar cuenta de la importancia del culto mariano como refugio del mundo indígena forzado a labores de minería intensiva durante La Colonia.

  

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