Cuasimodo La Florida
Maipú, Metropolitana de Santiago

Antecedentes históricos:

Para describir los inicios de este Cuasimodo, recurrimos a la información recopilada por don Alfredo Moore, importante cuasimodista floridano (sin publicar):

"En los años 1950, Don Nelson González Tapia, perteneciente al Club de Rodeo Chileno de la Florida, en su tiempo conocido como los `Buenos Amigos`, con varios de sus miembros y algunos huasos de la zona, corrieron Cuasimodo, junto al párroco de San Vicente de Paul, por las calles de la comuna, por los faldeos de cerros en lo Cañas, las Perdices, particularmente por la zona llamada Bellavista, pequeño sector céntrico donde funcionaba este pequeño pueblito homónimo, ubicado entre Santiago y Puente Alto, en Vicuña Mackenna entre el paradero 10 y el paradero 14, hoy el cruce de Américo Vespucio con V. Mackenna y lugar donde está ubicada la Parroquia de San Vicente de Paul (…) Por el año 1960, el Párroco de San Vicente de Paul, el Padre polaco Kasinski, alentó esta tradición con los cuasimodistas mencionados, en que cabe destacar la actuación de Andrés Bravo, que tenía un campo por el sector de Rojas Magallanes al llegar al canal San Carlos, más otros dueños de campos de los alrededores, hasta que por su fallecimiento estuvo en receso el Cuasimodo por un par de años".

Si bien la organización cuasimodista moderna algo más organizada y con influencia urbana debe remontarse a la década de los sesenta o un poco antes, debemos consignar que según la memoria oral de la zona la corrida debe haberse realizado al menos desde 1930 por un grupo reducido y en un contexto netamente rural. En este sentido, el huaserío local e incluso personas de otras comunas (principalmente feriantes) asumieron con mucho entusiasmo y devoción la llamada del párroco Kasinski para ser escoltado en la entrega de la Comunión, lo cual perfiló a este Cuasimodo como una fiesta bastante multitudinaria. Antes se habría realizado, pero menos intensamente y con interrupciones.

El cura polaco delegó la tarea de encabezar Cuasimodo a los párrocos que lo fueron sustituyendo, sucediendo que algunos de estos religiosos se negaron a participar. En esos casos, los cabecillas de la comunidad cuasimodista consiguieron curas provenientes de otras parroquias, organizando la corrida de igual manera. Fue cuando llegó el Padre Ignacio Muñoz, oriundo de Talagante, que vuelve a consolidarse Cuasimodo asociado al párroco oficial de La Florida. Con él, por ejemplo, se cambió la misa completa por una bendición más breve, lo cual dinamizó bastante la celebración haciéndola más asequible para los participantes.

En algunos años en que Cuasimodo no tenía una relación totalmente establecida con la parroquia, la partida fue organizada desde la municipalidad, mientras otros comenzaban y terminaban en el santuario de la comuna. Al respecto, algunos cuasimodistas se negaron a seguir participando si la corrida comenzaba en el municipio, por perder ésta su espíritu religioso y poder teñirse de política. Por otra parte, históricamente se fue constituyendo como un Cuasimodo donde confluye gente de varias comunas que viaja principalmente en carretones y caballos al encuentro de la caravana floridana. Han destacado cuasimodistas de La Granja, La Pintana, La Legua (San Joaquín), Puente Alto y San Bernardo, entre otras comunas.

Su comité de organización siempre ha estado compuesto por un grupo de laicos, quienes coordinan la corrida con ayuda del municipio y la venia de la parroquia. Este grupo ha velado para que la fiesta se mantenga cercana a la Iglesia, logrando que la mayoría de los años el encuentro se inicie en la explanada de la parroquia San Vicente de Paul y que participe el párroco local (si no, consiguen otro). Don Alfredo Moore se involucró como cuasimodista organizador hace 20 años y corre hace 25. Él asumió desde aquellos tiempos la labor de diseñar el recorrido, previo contacto con los enfermos a visitar y de hacer los contactos con la parroquia y el municipio. Por su parte, don Nelson González, más ligado al “mundo huaso” se ha preocupado de mantener y preparar la carroza principal donde se moviliza el cura, además de hacerse cargo de algunos equinos fundamentales para la corrida, entre otras funciones (ver SIGPA Nelson González).

Durante pasajes de la década del dos mil, la fiesta comenzó a tergiversarse por la presencia numerosa de corredores desordenados que no respetaban los protocolos del Cuasimodo. Eran carretones y jinetes que sólo venían a correr, a jactarse de sus habilidades y caballos, pero sin sentido religioso ni utilizando la ornamentación/vestimenta indicada. Además, en varias ocasiones consumían alcohol y provocaban ciertos desórdenes en torno a la caravana. Pero fueron los propios cuasimodistas de fe quienes comenzaron a disgustarse con esta situación y decidieron expulsar a los alborotadores. Más adelante en La Florida se enteraron que estos corredores eran exiliados de otros Cuasimodos, desde donde se les había echado por los mismos motivos.


Antecedentes de la especialidad/práctica:

Esta fiesta de Cuasimodo es hoy una iniciativa principalmente laica/religiosa, que tiene como objetivo fundamental acompañar a un sacerdote en comitiva para entregar la Comunión a los enfermos/postrados de un radio determinado de la Florida que no pudieron comulgar el Domingo de Resurrección, lo cual se realiza durante el domingo posterior al fin de Semana Santa.

El año 2013 y al menos durante el último lustro, la explanada de la iglesia San Vicente de Paul (Walker Martínez con Américo Vespucio) es el lugar de reunión para El Cuasimodo, temprano en la mañana. Aquí son recibidos tanto los cuasimodistas de La Florida como muchos otros que vienen recorriendo junto a sus familias largos tramos desde comunas como La Granja, La Pintana, San Joaquín (La Legua), Puente Alto y San Bernardo, trasladándose la mayoría en carretones con tracción animal. Algunos de ellos, tras haber recorrido varias decenas de kilómetros, se unen con sus caballos bastante cansados a la comitiva. Se les recibe con un té u otra bebida caliente para descansar y reponerse, ya que deben aún realizar el recorrido principal de aproximadamente 30 km. por las calles de La Florida. Se debe tomar en cuenta que estos viajeros externos seguramente trasnocharon la noche anterior adornando sus carretones y caballos para luego madrugar y ponerse en camino. Muchos son hombres y mujeres “ferianos”, que trabajan en Lo Valledor y otras ferias santiaguinas; personas acostumbradas a viajar en carretón y comenzar sus labores de madrugada.

Después de la bendición, la comitiva se traslada con entusiasmo pese al cansancio acumulado de varios. Como primer corredor se coloca, al igual que todos los años, don Juan Sepúlveda, un jinete de ya avanzada edad que va sosteniendo una gran cruz blanca durante todo el trayecto. De él nada se sabe durante el año, pero religiosamente aparece en su caballo todas las mañanas de Cuasimodo. Caso parecido es el de un caballero ciclista quien siempre acudía absolutamente vestido de blanco (al parecer pagaba una manda) y el cual este año por primera vez en mucho tiempo no asistió, pensándose que pudo tener algún problema por su vejez.

Se van tocando campanas constantemente y se grita: ¡Viva Cristo Resucitado! ¡Viva Cristo Rey!; entre otros gritos típicos de Cuasimodo. Algunos líderes jinetes van velando por el orden de la comitiva y parando el tránsito con la posición de sus caballos. Esto último hace unas décadas se realizaba sin ayuda externa, pero hoy, siendo más intenso el tráfico, se hace con ayuda de carabineros y camionetas de seguridad municipal.

Se organizan varios grupos en bloque según el tipo de vehículo. Primero los ciclistas, que deben mantenerse por seguridad alejados de los caballos. Este grupo va adelantándose, contactando a las personas en las casas donde se dará la Comunión más adelante. Luego la escolta a caballo (con el señor que lleva la cruz en la punta), con banderas y más atrás un grupo de alrededor de 30 jinetes, también con banderas (del Vaticano y de Chile). Posteriormente se ubican los carretones, bien adornados con flores, cintas, ramas de palmera, banderas, globos, etc., los cuales transitan en fila, uno por uno (hubo unos 35 en 2013), para luego cerrar la comitiva los vehículos motorizados, también con la mentada ornamentación, que en 2013 sumaron unos 15 entre automóviles y camionetas. Hace unos tres o cuatro años, los participantes eran más del doble de personas. Este número se diezmó debido a la expulsión de un numeroso grupo de corredores que no eran de la comuna (ver antecedentes biográficos).

En cuanto a la vestimenta, ésta al menos desde hace 20 años es la clásica que se ha instaurado como oficial desde la reunión que sostuvieron los Cuasimodos a nivel nacional a mediados de los años setenta: esclavina y pañuelo blanco en la cabeza, con ribetes amarillos. La esclavina, que la mayoría utiliza arriba de la manta huasa, representa un vestuario eclesiástico, similar a parte de la vestimenta clerical, siendo necesario vestirla debido a que el cuasimodista “también presta un servicio al Señor”.

El carácter urbano de la comuna, la gran densidad de viviendas, hace bastante difícil parar en cada casa que necesite la Comunión. Por lo tanto, se ha privilegiado detenerse en lugares donde residan varios enfermos, dándose el Cuerpo de Cristo en numerosas casas de reposo de la comuna. Algunas veces ingresa al recinto el cura con su séquito, mientras en otras los ancianos esperan a la comitiva en el exterior, sentados en la calle. Esto se ha evaluado positivamente debido a la enorme gratitud y felicidad que expresan los abuelos, quienes al estar algunos en estado de virtual abandono dan mucha importancia a esta visita sagrada, preparándose y mentalizándose para ella, lo cual contrasta con la, a veces, indiferencia o el poco respeto que manifiestan algunos componentes de los hogares donde se da la Comunión unipersonalmente durante Cuasimodo.

Esta corrida se caracteriza por ser bastante larga y desgastante, sobretodo cuando toca en días calurosos. Ante esto, la numerosa adhesión se debe a que sus corredores son gente de fe intensa, que también participan, en ocasiones, pagando ciertas mandas, sacrificándose físicamente para escoltar al Santísimo. Suele tratarse de personas que no tienen una relación presencial con la Iglesia durante el año, conduciendo su fe y encontrándose con Dios sólo en la fiesta de Cuasimodo, por lo cual acuden con mucha dedicación. Muchos de ellos mantienen sus carretones y/o caballos durante todo el año sólo para correr Cuasimodo. También invierten una buena cantidad de dinero en los aperos y ornamentación cuasimodista. Otros arriendan sus carretones a personas que los han acumulado en buen número como negocio para tiempos de Cuasimodo al pasar los vehículos a retiro del trabajo en la feria.

Otro factor que influye en la activa participación de floridanos y gente de otras comunas es el arraigo de Cuasimodo en la identidad chilena rural, de huaso, campesino; del jinete chileno. Esta festividad es una de las pocas instancias para que el huaso chileno se muestre ante la sociedad urbana y se vanaglorie de algunos de sus rasgos culturales, sobretodo aquellos relacionados con el caballo (otras instancias como el rodeo son de un carácter más interno del ámbito huaso). Para el huaso es un orgullo participar como tal en la comitiva, tomando en cuenta que es una de las únicas ocasiones en que el Santísimo sale a la calle, siendo él el encargado de escoltarlo con sus mejores atuendos.

La corrida finaliza en una zona agrícola de la comuna, en Camino el Retiro, donde existe una medialuna. Se sube con cansancio pero felicidad. Este camino de tierra es el último de tal tipo que va quedando dentro del recorrido cuasimodista. Hace poco tiempo, en su costado se construyó un gran condominio en suelos que históricamente siempre fueron de uso agrícola. Este es un buen ejemplo del proceso de urbanización que se lleva a cabo en La Florida, el cual repercute directamente en una mayor dificultad para criar y utilizar caballos para el Cuasimodo. Una vez en la medialuna se dan empanadas, bebidas y chicha a los participantes (por parte del municipio), mientras los que tienen la oportunidad prenden parrillas para el asado. Debido a lo largo del recorrido y a la gran cantidad de corredores que aún tiene que volver cabalgando y en carretones hasta sus hogares en otras comunas, no se hace fiesta folclórica ni otro tipo de actividad aparte de comer, hidratarse y descansar.

La fiesta es organizada principalmente por dos dirigentes: don Alfredo Moore y don Nelson González, que trabajan con el apoyo de otros pocos cuasimodistas dedicados. Don Nelson, huaso cuasimodista y uno de los precursores de la festividad local, vive en la zona alta de la comuna por Camino El Retiro, cercano a la medialuna, cuidando un terreno rural precordillerano donde tiene pesebreras (con caballos que son utilizados para Cuasimodo) y donde se guarda y se mantiene la carroza principal para la corrida (la que traslada al sacerdote). Esta carroza es prestada al Cuasimodo de La Legua (San Joaquín), quienes realizan su corrida un domingo después del día oficial de Cuasimodo. Existe un fuerte lazo de cooperación entre ambas organizaciones, acudiendo ambos a apoyar la corrida del otro. La Florida, como Cuasimodo más antiguo (La Legua se funda en 2001) en cierta forma ha guiado los pasos de su similar leguino aportándole formación, experiencia, presencia huasa e infraestructura.

La organización de La Florida no cuenta con personalidad jurídica, pero está asociada al nivel nacional. Se reúnen una vez al año para organizar Cuasimodo. Días antes de la fecha señalada, don Alfredo acude a la parroquia para contactar al sacerdote, hace la lista de los enfermos, se diseña un recorrido el cual es presentado en una carta a Carabineros y se contacta para recibir el apoyo de la municipalidad sin el cual sería imposible realizar la corrida, ya que no se cuenta con fondos propios suficientes. Esta institución pone al servicio de la festividad materiales de difusión (pasacalles, lienzos), amplificación (parlantes), alimentos y bebestibles (han llegado a ser mil empanadas entregadas en la medialuna) y seguridad (camionetas municipales), entre otras cosas. Es decir, la iniciativa nace desde este pequeño grupo de laicos, quienes impulsan a la parroquia y al municipio para concretar año a año Cuasimodo.

Además de la creciente urbanización (que principalmente influye en la escasez de caballos en la comuna), según nuestros entrevistados, otro problema que afronta Cuasimodo es la poca cobertura e importancia que los medios de comunicación otorgan al evento. Unos cuantos segundos en el noticiero central, los cuales cubren uno o dos Cuasimodos a nivel nacional (siendo cientos los que existen) no sería suficiente para valorizar y difundir a nivel masivo esta festividad religiosa única en Chile. Esto enmarcado en un contexto general de desvalorización del patrimonio cultural chileno.

Por último, a nivel problemático general para Cuasimodo, tenemos la dependencia que existe hacia los principios religiosos, gustos y/o voluntad que los párrocos locales tengan para realizar la festividad. Existen muchos casos en que estos sacerdotes por múltiples motivos no son asiduos a la “piedad popular”, negándose a la realización de fiestas religiosas populares en general. Esto pone en riesgo la cultura cuasimodista en ciertas localidades, como la hecho algunos años en La Florida.

Cuasimodo de La Florida participa de otras actividades organizadas o convocadas por la Asociación Nacional de Cuasimodistas, donde destaca la procesión a Maipú, realizada todos los primeros domingos de septiembre. Se nos señala que esta romería, donde acuden Cuasimodos de todo Chile y que se realiza desde mediados de los setenta, es la expresión máxima del cuasimodismo (después, obviamente, de Cuasimodo mismo), estando la explanada del Templo de Maipú totalmente atiborrada del blanco, amarillo y los colores patrios que lo caracterizan

  • Identificador SIGPA: CC657
  • Fecha de registro: 20-10-2013
  • Tipo: Cultor colectivo
  • Composición: Mixto
  • Comuna: Maipú
  • Region: Metropolitana de Santiago
Ubicacion
Fotografías