Cuasimodo Santo Domingo de Guzmán, Lonquén
Talagante, Metropolitana de Santiago

Antecedentes biográficos:

Cuasimodo en Lonquén se funda oficialmente el 12 de marzo de 1963. Desde un inicio se organizó como una instancia necesaria para entregar la Comunión a enfermos de distintos sectores rurales de la zona, integrando a la comunidad bajo el alero de la parroquia local. De esta manera, el grupo desde el principio abarcó todo el territorio parroquial, trasladándose por distintas localidades y caseríos como El Castillo, El Labrador de Sorrento, San Juan Bautista del Roto Chileno y El Recreo, además de extenderse hasta Calera de Tango pasando por San Miguel. En Calera de Tango la caravana se reunía con Cuasimodo de Malloco, otro importante grupo que venía desde el lado opuesto y recorría una gran área incluyendo la caletanguina. De esta manera, Lonquén se preocupaba de visitar un extenso territorio rural donde prácticamente no existían capillas ni menos grupos cuasimodistas locales. Desde hace unos veinte años Calera de Tango organizó su propio Cuasimodo, independizándose. La caravana se componía de jinetes, el coche y bicicletas. Característico era que todos los jinetes portaban banderas (chilenas y papales), cada uno inclinándola en fila hacia costados opuestos para que se divisaran entrecruzadas desde el frente.

El contexto en los inicios y durante las primeras décadas de vida del grupo era de una apacible ruralidad, caminos de tierra en su totalidad y numerosas casas de campo aisladas en la lejanía. La corrida se concebía como uno de los eventos más importantes del año para el “huaserío” de la zona, quienes si bien se declaraban católicos no eran sometidos a ninguna clase de preparación religiosa para “correr a Cristo”. De esta forma, la instancia solía ser masiva, desordenada y algo desenfrenada, sometiéndose algunos de sus integrantes a interminables bacanales antes, durante y después de la corrida. Normal era que algunos se tomaran hasta un mes para celebrar la Resurrección de Cristo, el fin de la Cuaresma y el encuentro con sus pares, dejando de lado cualquier actividad laboral o doméstica. Sólo con el pasar de los años y enormes esfuerzos de encauzamiento de las pasiones campestres desde la dirigencia del grupo y la parroquia, se pudo lograr que poco a poco la fiesta de Cuasimodo finalizara el día de la corrida y no se extendiera perjudicialmente para las actividades agrícolas y otras labores durante largas semanas. Fundamentales en esta tarea formativa, que incluyó inculcar un sentimiento más religioso/espiritual a la corrida, fue la acción de las monjas de la congregación española Josefinas Trinitarias y el sacerdote Vera de Isla de Maipo (que después sería obispo).

Un día en la década de los setenta, cuenta don José Manuel Martínez (uno de los primeros cuasimodistas), la comitiva arribó alegremente a Calera de Tango, hecho que él y unos amigos no tardaron en celebrar con chicha ofrecida por la gente del pueblo. En pleno jolgorio los divisa el cura Vera, quien les pregunta: “¿Están tomando jugo?”. “No Padre, chicha”, respondieron los jinetes. “Y están fumando… ¿por qué lo hacen?” – volvió a inquirir el religioso. Ante la pasividad de los corredores, el sacerdote fue más allá y les consultó sobre el significado de Cuasimodo. Don José Manuel se sinceró y le señaló que sólo corría de esa manera porque seguía a los demás, sin tener mucha idea del motivo de la fiesta. Este caso representaba a la mayoría de los huasos que con gran algarabía se daban cita. Hacía falta una cabeza que desde la religiosidad y la historia diera rumbo a esta gran horda de corredores, comprometidos y creyentes, pero ignorantes del contenido cuasimodista. Con los años, estos hombres y mujeres fueron conociendo a fondo por medio de actividades parroquiales comandadas por las monjas y la acción del cura Vera el real significado de la festividad (dar la Comunión a los enfermos, custodiar al Santísimo), convirtiéndose en cuasimodistas más íntegros en cuanto al equilibrio entre religiosidad formal y fervor popular.

El día de Cuasimodo, las monjas también participaban activamente en los coches y otros vehículos, adelantándose a la caravana para ir señalando los hogares a visitar y entregando en ocasiones la Comunión. Fueron años de mucha actividad parroquial, ya que las religiosas que trabajaban en equipos de a tres, se dedicaban de lleno a fomentar la participación comunitaria siendo uno de sus eslabones principales la fiesta de Cuasimodo. Durante su estadía la festividad que nos convoca alcanzó su auge más importante llegando a ser 120 jinetes, hecho fundado también en la gran cantidad de animales que existía en la zona propiedad de inquilinos, patrones de fundo y otros habitantes rurales. Las monjas también organizaban actos tradicionales/religiosos ligados a Cuasimodo como las ofrendas de frutos de la tierra que los campesinos de la organización brindaban en ciertas fechas del año en agradecimiento por el año agrícola beneficioso, durante ciertas misas. Es un periodo parroquial, ya inserto en la historia lonquenina, que se recuerda con cariño y nostalgia por la comunidad. Con los años las Madres envejecieron y además fueron reemplazadas en el control de la parroquia por la asignación, por primera vez, de un sacerdote con dedicación exclusiva para Lonquén, con lo cual debieron retirarse del pueblo alrededor del año 2000.

Una tradición en la vestimenta y ornamentación consistía en aplicar una manta en el cuerpo de los caballos y una máscara de tela que cubría toda su cabeza. Por su parte, las personas acudían con sus trajes de huaso, aunque siempre reemplazando el sombrero huaso por un pañuelo de diversos colores y vistiendo la mayoría camisa blanca, en demostración de respeto al Santísimo. Mientras más colorido y hermoso el pañuelo mejor era para la ocasión. Con los años, en vías de uniformar a la gente, se remplazó el pañuelo multicolor por uno de color blanco, lo cual se practica hasta la actualidad.


Antecedentes de la especialidad o práctica:

Cuasimodo en Lonquén se caracteriza por ser una corrida de tramos bastante largos. No necesariamente se otorga gran cantidad de Comuniones, pero al estar los hogares/localidades muy alejados unos de otros se requiere un esfuerzo considerable de movilización. Se estiman en aproximadamente 15 a 30 Hostias consagradas entregadas (dependiendo del año) y en unos 18 kilómetros el recorrido. Además, hoy el trecho debe hacerse con algo de apuro ya que a las 12 pm la comitiva tiene que estar de vuelta en la parroquia para que el cura celebre la misa correspondiente al día domingo, con la necesaria presencia del Santísimo que han escoltado por los caminos de la zona. En años anteriores el recorrido se hacía de manera más pausada al no existir premura por la misa y contarse con un sacerdote proveniente de los jesuítas con dedicación exclusiva para Cuasimodo.

A eso de las 9 am se larga la corrida desde la Parroquia Santo Domingo. La columna se organiza de la siguiente forma desde adelante hacia atrás, como fue el 2013: portadores de banderas; el estandarte; el coche del sacerdote con su escolta (todos participantes a caballo); 2 carretones; jinetes; vehículos motorizados (familiares que acompañan y otros).

El número de participantes ha bajado ostensiblemente en los últimos años. En 2013 sólo se dieron cita aproximadamente 30 cuasimodistas (jinetes), más al menos una veintena de personas que se presentaron vestidos a la usanza en sus vehículos, tratándose de elementos externos que sólo van de compañía. Antiguamente numerosos ciclistas se unían a la caravana. Hoy sólo existe una joven que con gran esmero y entrega acompaña al Santísimo en su bicicleta. Ante la baja convocatoria, ya no es necesario que existan numerosos jefes de grupo o “capataces” como eran denominados aquellos preocupados del orden y la seguridad de cada columna en la caravana, sino basta con que cada cuasimodista vele por sí mismo.

Desde hace varios años la corrida se restringió en extensión. Ya no se visitaría la zona de San Miguel (camino Loreto) ni Calera de Tango, que ya cuenta con su propio Cuasimodo. Los límites de acción se fueron reduciendo para hoy ser los principales puntos que se visitan El Castillo, El Labrador, San Juan Bautista del Roto Chileno y El Recreo, de los cuales todos son sectores que cuentan con capilla perteneciente a la parroquia de Lonquén (Sto. Domingo), menos el último.

La vestimenta típica se compone de camisa blanca y pañuelo del mismo color amarrado en la cabeza. Sólo dos personas ocupan esclavina, blanca. Son muy pocos los caballos que usan manta larga en su cuerpo y máscara, como era tradicional antaño. Esto, si bien ha ido en desmedro de lo estético, puede ser considerado práctico ya que vestir al caballo para muchos jinetes era incómodo sobretodo en cuanto a la sudoración excesiva del equino quien recorre largos tramos al sol.

Algunos hogares adornan su fachada para recibir a la caravana, sobretodo aquellos que serán visitados con la Hostia. Sin embargo es una costumbre que ha decaído con el tiempo, siendo cada vez menos quienes realizan este ejercicio, que consiste en colocar un altar pequeño en frente de la casa además de guirnaldas, globos, flores, ramas de palmera, etc. Esto es reflejo de un decaimiento en la participación de la comunidad católica, quien no se informa de buena manera sobre la actividad de Cuasimodo.

Los lonqueninos organizan un Cuasimodo “chico” en honor al patrono de la parroquia en su día, Santo Domingo (a mediados de agosto, el domingo siguiente al día del santo). Se realiza una corrida a la usanza que suele tener la misma extensión que la oficial (el último año fue más pequeña) como finalización de una semana de diversas actividades en honor al santo, donde se saca en procesión su figura mientras se entregan las Comuniones.

Normalmente no se realizan actividades folclóricas el día de Cuasimodo. Sólo en una ocasión se finalizó con música, baile y comida chilena, evento coordinado por las Madres Josefinas que no perduró. Hoy, sólo se disfruta de un almuerzo de término entre los cuasimodistas más acérrimos (que participan todo el año en las reuniones).

La organización por medio de la parroquia busca formar nuevos cuasimodistas insertando el tema, por ejemplo, en las catequesis de los niños. Sin embargo últimamente este esfuerzo no ha dado buenos resultados ya que los infantes una vez finalizado el Sacramento en su mayoría no siguen participando de Cuasimodo. Esto se enmarca en un fenómeno general de poca participación infantil/juvenil en la parroquia. Se liga también al cuasimodista adulto con lo sacramental de la Iglesia, dándose el bautismo y otros Sacramentos a los participantes que no los han adquirido.

Cuasimodo de Lonquén trabaja con la parroquia directamente en la organización de la corrida, siendo un grupo que se vale por sí mismo para recolectar los recursos necesarios. En el pasado, durante algunos años, participaron en la Asociación Nacional. Sin embargo, por diversos motivos, dejaron el grupo previa decisión de su asamblea. Normalmente cada cuasimodista costea su propia vestimenta, animales y otros gastos, sin tener ayuda del municipio (Talagante) u otra institución externa. Se reúnen una vez al mes en dependencias parroquiales, conformando un grupo compuesto regularmente en la actualidad por alrededor de diez personas. Durante su historia siempre los párrocos han estado a disposición de la corrida, con mayor o menor nivel de participación.

La depresión en término de participantes y características festivas de Cuasimodo en Lonquén es un tema complejo y grave. Los factores que influyen principalmente son la falta de recambio generacional en sus participantes (faltan instancias para acercar a la juventud a la parroquia y, en específico, a Cuasimodo); la apatía que se ha adueñado de algunos corredores con experiencia que ya no participan; y los cambios que ha sufrido la estructura agrícola/territorial de la zona, entre otros fenómenos que es necesario dilucidar. En Lonquén hace algunas décadas el número de cabezas equinas era muy alto, pudiendo cientos de huasos acudir a la fiesta montando sus propios animales y, de no tener, conseguirse fácilmente con los vecinos. En la actualidad los antiguos campos extensos se han visto en un gran porcentaje convertidos en condominios y parcelas de agrado que relegan el uso agrícola del suelo, donde hoy habita gente proveniente de la ciudad que mayoritariamente no comulga con las tradiciones locales. Indicador alarmante de esta situación de pérdida cultural cuasimodista fue el último Cuasimodo “chico” organizado en agosto (2013), donde sus principales cultores observaron un ambiente triste, tímido, donde la exigua caravana ya no se manifestaba alegre ni orgullosa como antaño. Indicador de esto es que sólo un corredor iba vociferando los tradicionales gritos como ¡Viva Cristo Rey! Este ambiente enrarecido y la presura con que se debió correr el largo trecho (para estar a las 12 pm de regreso), lo que cansó en demasía a los animales, dejó descontento a varios corredores con el riesgo de que no vuelvan a presentarse el próximo años. La dirigencia cuasimodista se encuentra haciendo gestiones para reintegrar corredores, por ejemplo, ofreciéndoles reuniones en las capillas que les son más cercanas, las cuales hasta el momento no han sido fructíferas.

La festividad en esta localidad peligra, sin embargo mientras exista su núcleo firme compuesto por cuasimodistas como don Patricio Vergara Pacheco, don José Manuel Martínez y don Ricardo Henríquez Durán (entre otras importantes personas de la organización), que ponen a disposición de la festividad su fe, tiempo, fuerza, y conocimientos, la esperanza en que Lonquén vuelva a correr como en sus mejores tiempos seguirá vigente.

  • Identificador SIGPA: CC828
  • Fecha de registro: 04-11-2013
  • Tipo: Cultor colectivo
  • Composición: Mixto
  • Comuna: Talagante
  • Region: Metropolitana de Santiago
Ubicacion