Francisca Coñuenao es del sector de Ancapulli en Cholchol, región de La Araucanía. En el marco de la investigación realizada entre 2018 y 2019, se extraen citas biográficas sobre su historia como tejedora. 

“Desde los 18 años aprendí trarikan, nadie me enseñó, aprendí mirando a mi mamá, Rosa Colipi Manquepi. A partir de los 10 años, como me aburría, comencé a limpiar lana, luego a hilar, así me entretenía en algo. Entonces, a los 17 años comencé a tejer. Los primeros trabajos que realicé fueron trariwe trabadito, luego alfombra y mi primera manta a los 19 años, mi especialidad es la manta trarikan, también hago murales del tamaño de una manta y caminos de mesa.

Le he enseñado a una persona, le enseñé a hilar a mi hermana Rosalía, que es mayor que yo, a quien le corregía más bien, pues ella tejía. Una parte importante de la transmisión es la observación, yo aprendí así, mis hijas también me colaboran desamarrando.

Este sector (Cholchol) es el que más trabajo hace, la manta se hacía antes y se hace ahora. Este es un epicentro del conocimiento de esta técnica tradicional mapuche. Es importante, pues de esto vivo, con esto le doy estudio a mis hijas. Me gustaría que se mostrara mi trabajo, pero que se resguarde la forma en la que se hace.”

Francisca conserva el oficio al interior de su familia, ya que proviene de madre tejedora y sus dos hermanas se dedican exclusivamente a elaborar trarikanmakuñ, durante todo el año. Así también, sus hijas, la apoyan en el proceso del trarikan, por lo que ya ha ido instalando el conocimiento en ellas, a pesar de que señala que estudian y apoya ese camino. 

Además, forma parte de la organización que agrupa tejedoras del sector, denominada “Epu Lof mapu”, en la cual cumple el rol de secretaria, por lo que como dirigenta también ejerce funciones, independiente de la desconfianza que hay con las instituciones.