Pascuala Pilquiman es de Ranquilhue Chico en Tirúa, región del Biobío. En el marco de la investigación realizada entre 2018 y 2019, se extraen citas biográficas sobre su historia como tejedora.

“A tejer los básicos aprendí de muy chica, de 12 años aprendí a tejer con mi mamá. Mi mamá era tejedora, hacía mantas, el vestido, el chamal que se le dice, ese lo hacía ella y era de pura lana natural de oveja. Yo le ayudaba para terminaciones de trabajo, como esos hay que sacarlos con aguja al final, así que ella me enseñó eso y yo siempre tenía que terminarle los trabajos. Aprendí así a tejer.

La técnica del trarikan la aprendí con la señora Dominica (Quilapi), hace unos 13 o 14 años, cuando empezamos nosotras en la Relmu, como ella fue la capacitadora que se buscó, nos enseñó.

Lo primero que hice fueron las frazadas y también hice hartos cubrecamas finitos, todavía tengo unos por ahí, los tengo guardados, porque no he salido a feria. Me gustaba harto hacer esas prendas grandes, no chicas, no me gustaba hacer prendas chicas. Alfombras de 2x2, las frazadas, las lamas. Me gustaba, eso era mi especialidad, no sé parece que me rendía más que hacer un trabajo chico.

He enseñado a hacer tejidos sí, pero no el trarikan, sobre todo a mis nietas, les enseño cuando ellas quieren, he tejido con ellas”.

Pascuala es una tejedora mayor pero abierta a los cambios de la sociedad chilena y mapuche. Es portadora y transmisora de sus conocimientos a su entorno familiar, sus hijos a pesar de no dedicarse al tejido, apoyan y acompañan su trabajo, por lo que manejan las distintas etapas de la práctica textil. Al ser socia de la Relmu Witral también desempeña un rol de participación y cooperatividad, en función de los objetivos de la agrupación.