Soy organillero y chinchinero, tengo 36 años, yo no soy de tradición, mis padres no son organilleros ni nada de eso, pasó como un tema personal, tuve un problema y mi primo Guillermo Saavedra, para unas fiestas patrias, pasó por Curicó con su familia a saludar, donde yo vivía, rumbo a Temuco yo tenía 16 años y le conté que tenía un problema y me invitó a acompañarlo a trabajar, voy por la fiestas patrias y me devuelvo, así que fui con ellos y de la nada me decía que tocara el organillo y de vuelta a Curicó, no se resolvía mi problema y me invita a seguir a Santiago, acepté.
Me preparó un organillo y empecé a trabajar en una ciudad que no conocía, así que me daba vueltas en la misma manzana, así que cuando me preguntaba cómo me había ido la respuesta todos los días era: Mal. De a poco fui conociendo y empecé a ir más lejos y así fui metiéndome en el oficio, igual estuve acompañándolo un tiempo para que él me enseñara, porque no es llegar y tocar un organillo, tiene su ciencia y su preocupación para no echarlo a perder, porque se desafinan, tener cuidado con los golpes, tenía casi 17 años y me quedé en Santiago y me quedé con el oficio. Con la esposa, María Toledo, ensayábamos en su casa, ella tocaba el organillo y yo me ponía el chinchin y un día Guillermo me dijo ya vamos a la calle y esa es la mejor escuela. Era ganarse la vida y levantar el oficio, cuando llegué no había muchos.
Conozco el organillo, pero nunca me he atrevido a meterle mano, adentro es como un rompecabezas, se tocarlo, andar con él, se tratarlo como se trata un organillo. Fui con mi primo varias veces a Punta Arenas, a Porvenir, Cerro Sombrero y también al norte viajamos mucho con él. Enero y febrero nos vamos al sur, a partes turísticas, a camping no nos hacen problemas y en el centro de las ciudades podemos trabajar. A mi gusta trabajar en la calle como los organilleros antiguos, hay gente que no puede salir de sus casas, postrados, ensilla de ruedas y pasa el organillo y recuerdan porque ellos vivieron con esa música y eso le da emoción a uno. Después de practicar con el chinchin, mi primo me dijo que llegaría otra persona a trabajar con nosotros, con el organillo y yo con el chinchin, a trabajar juntos y ahí empecé con eso, tiempo después conocí a la que hoy es mi esposa que se convirtió en organillera y ahora trabajo con ella los fines de semana y viajamos. Con los hijos esperamos mantener la tradición, la hija mayor ayuda cuando vendemos los juguetes, remolinos, sapitos y arañas.