Tejueleros del Ciprés de las Guaitecas
Guaitecas, Aysén del General Carlos Ibáñez del Campo

Don Ramón Carimoney y don José Colivoro, dos reconocidos tejueleros de la comuna de Guaitecas en la región de Aysén, descienden de familias que por generaciones se desempeñaron en la explotación maderera; ellos aprendieron de sus respectivos padres, como sus padres lo hicieron de sus abuelos. La existencia del oficio en este territorio es una consecuencia esperable; al igual que en el resto de la región de Aysén, la comuna de Guaitecas posee una importante cubierta boscosa con diversas especias arbóreas. Tanto don José como don Ramón son eximios conocedores de la diversidad, así como de sus potenciales usos, de las especies madereras de los montes del archipiélago de las Guaitecas.

Los tejueleros de ciprés de las Guaitecas son constructores de tejuelas de madera de ciprés, elemento propio de las casas de la isla, que a su vez aporta a la estética arquitectónica de la zona. Su oficio impregna la identidad de una comunidad que se funda en una estrecha relación con su entorno natural, reflejada en un uso equilibrado de sus materias primas, generando una relación respetuosa con el medio ambiente.

Don José Colivoro es oriundo de Las Guaitecas. Comenzó a maderear cuando aún era un niño. Esa fue la época en que los comerciantes transaban por millares las tejuelas, imponiendo precios y regulando las condiciones del mercado. Esos mismos comerciantes eran también quienes abastecían de víveres a las familias, de modo que, por una parte, compraban el producto del trabajo y, por otra, vendían los insumos básicos para la subsistencia de los trabajadores y sus familias.

Por su parte, Ramón Carimoney nació en la comuna de Quellón, Isla Grande de Chiloé. Creció viendo a su padre elaborar estacas de ciprés en el auge de las viñas de la zona central del país. Antes de radicarse en Melinka, don Ramón hizo tejuelas de roble (nothofagus nitida) en la época en que los camiones salían por cientos desde Chiloé al continente. En aquella época la Isla Grande de Chiloé desarrollaba una intensa explotación de roble nativo que se destinaba a la fabricación de durmientes ferroviarios. Hacia la primera mitad del siglo XX, esta isla era uno de los principales centros madereros y abastecía tanto la demanda del ferrocarril nacional como la de otros países.

Este oficio maderero es hoy un quehacer en peligro de extinción, pues el relevo generacional se ve dificultado por las disposiciones que hoy regulan el uso de este recurso que exigen el diseño y aprobación de planes de manejo para la explotación del bosque, además de la dureza de los sacrificios que el oficio le impone a la vida del maderero, hecho que no es compatible con las expectativas laborales de las nuevas generaciones. Paralelamente a esto, la incorporación de nuevos materiales y técnicas han abaratado el costo de la construcción, al tiempo que la tejuela de ciprés encarece por la escasez de materias primas.

A pesar de todas estas dificultades, don José y don Ramón mantienen viva la esperanza de que la comunidad siga valorando y requiriendo de sus productos tradicionales y, con ello, el oficio se mantenga y se propague a su descendencia a jóvenes de la localidad.

Reconocimiento Tesoros Humanos Vivos 2015


Los tejueleros en ciprés de las Guaitecas fueron reconocidos como Tesoros Humanos Vivos por mantener un oficio que se remonta al siglo XVIII. Destacan el saber sobre el bosque nativo y el tratamiento de la madera en su aplicación a la construcción de casas, iglesias y otros edificios. Ambos son reconocidos por la labor que han desempeñado en beneficio de su comunidad.

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