Toda su vida ha tenido llamas, proviene de una familia de tradición ganadera. Su abuela le enseñó a trabajar la fibra de llama y alpaca donde aprendió a tejer, realizar frazadas, bajadas de cama y vender su artesanía. Junto a su esposo pastoreaban en El Tatio quedándose en la estancia de Linsor y también aprendió a mismir la lana para hacer sogas, realizar remedios caseros para sanar a su ganado y castraciones. Luego de la defunción de su esposo y su delicado estado de salud, ella dejó de pastorear, dejando algunas llamas en corral, las cuales rescató del campo y otras se perdieron por distintos motivos, robos y muerte por el depredador el puma en el río Toconce. Trabaja colaborativamente junto a otras mujeres de la comunidad, compartiendo conocimientos y vivencias en torno al ganado. Ella toda la vida ha vivido con animales. Actualmente posee 29 llamas las cuales le proveen en tiempos de tradiciones y alimentación.