Baile Chino Barrera N° 1 de Andacollo
Andacollo, Coquimbo

Este baile es dirigido por su jefe Hugo Pastén, quien al igual que otros chinos, fue entregado en manda a la Virgen del Rosario, por su madre cuando pequeño. Desde ese momento que don Hugo integra el Baile Barrera, que en la actualidad cuenta con 40 participantes, muchos de ellos trabajadores de la gran minería y lugareños de otros poblados lejanos, motivo por los cuales muchos de sus integrantes viajan desde Antofagasta, Copiapó, Ovalle e incluso, ciudades del sur, para bailarle a la Virgen durante los días de la fiesta grande, a fines de diciembre de cada año, por ello se entiende que es un baile dueño de casa de carácter esparcido, pues como grupo humano sólo se juntan en el día de la fiesta y no para salir a otras festividades. Según la creencia popular, éste habría sido el primer baile que le rindió culto a la imagen de la Virgen del Rosario, tras ser hallada en la cavidad de un tronco o excavación. El Baile Chino de Barrera le debe su nombre a don Laureano Barrera, jefe del baile nro. 1 durante finales del siglo XIX y comienzos del XX y Pichinga o jefe general de bailes en esa época y que logró trascender en la historia y memoria de los chinos por su profunda devoción y férrea defensa de la tradición.

Como se sabe, este es es el baile chino más antiguo de Chile y siguiendo el argumento anterior, se afirma que fue fundado en 1584 aproximadamente, en el contexto de los inicios de la devoción a la Virgen del Rosario de Andacollo, descubierta solo tres años antes. Pero los hechos históricos son algo diferentes a esta afirmación que se sustenta entre la leyenda y los verdaderos hechos. Como toda historia ésta está llena de olvidos, fragmentos y saltos en el relato de los hechos que hace difícil comprender la historia de este baile en un relato único y lineal, lo cierto eso sí, es que el baile chino barrerino reivindica con justeza ser herederos del primer baile chino andacollino.

La compresión tanto de la historia como del presente del Baile Chino N° 1 de Barrera, pasa por la historia misma del pueblo de Andacollo, su santuario, la conformación de los primeros bailes rituales, la autoridad del Pichinga o jefe general de los bailes andacollinos. Se trata de comprender un contexto y una historia de más de cuatro siglos. Es quizás uno de los bailes chinos que más marca la historia devocional de la tradición de los chinos. Para dar cuenta de manera resumida de todos estos elementos acudiremos a un resumen del texto sobre la historia de este baile que se encuentra en el libro “Será hasta la vuelta de año” (Rafael Contreras Mühlenbrock y Daniel González Hernández, pág. 201-234, 2014).

I. Los primeros siglos:
El baile chino como expresividad ritual surgió en Andacollo cuando el proceso de evangelización comenzó su despliegue, durante los primeros años de la Conquista y, en especial, desde la década de 1550 en adelante. Pero ¿cómo se manifestaba dicha expresividad? Aunque hemos sostenido que eso no se puede responder con total certeza, creemos que dicha expresividad se torna más cristiana y menos pagana a partir de 1580, cuando se instauran la doctrina y la capilla en el asiento, proceso que se intensificó cuando se dio inicio al culto oficial a la Virgen en la segunda mitad del siglo XVII. Por este motivo no es raro que la leyenda popular cifre la presencia del primer baile chino —el Baile Barrera o Baile Chino N° 1 de Andacollo— apenas unos años después de oficializada la atención católica, en 1584. Asimismo, este tipo de manifestaciones rituales estuvo muy vinculada a la importancia que adquirió Andacollo como asiento de minas en el Norte Chico, principalmente en los valles colindantes del Elqui y del Limarí, desde donde provenían la mayor parte de los indios mitayos o encomendados que trabajaban en el sector.

Fue en torno a esta devoción popular que se comenzó a modelar dicha sociedad a fines del siglo XVI, donde se entabló el germen de una expresividad ritual con sentido propio y distintivo. Es en este espacio donde se manifestará con mayor trascendencia una inédita interpretación de la doctrina impuesta por la temprana evangelización, en el contexto de una nueva economía basada en la explotación minera. La nueva devoción organizada en torno al oro, tendrá una gravitación enorme no solo en Andacollo sino también en los valles colindantes del Elqui y del Limarí. Desde allí fueron traídos a trabajar a las minas, los primeros grupos de indígenas que danzaron en honor a esa misteriosa imagen de la Virgen que, de acuerdo a la leyenda, fuera descubierta por un indio. De esta forma, la minería, el indio y la Virgen andacollina han construido un imaginario que ha impregnado a su vez la memoria popular de los propios chinos, como cuenta don Hugo Pasten Pizarro, actual jefe y abanderado del Baile Barrera y legítimo heredero de la larga tradición de los pichingas barrerinos:

“[...] un indio encontró la imagen [...] el indio no sé si andaba cortando leña o buscando el oro, pero por ahí es la historia. Y el indio se encontró la Virgen, trabajaba aquí el indio, vivía aquí parece [...] yo de que tengo conocimiento del Baile Barrera, fue fundado el Baile Chino Barrera en 1584, porque el Baile Chino Barrera, el chino uno, fue el primer baile que le rindió culto [...] Se llamaba antes «a la Virgen». El primer baile fue el chino uno que le rindió culto a la Virgen, cuando la encontraron y le hicieron una capilla de paja con barro, y de ahí se formó un baile y le empezaron a rendir culto a la Virgen [...] rendir culto se llamaba antes. Y ya, después de ahí se fueron formando otros bailes. Entonces ya no era el baile chino sino que había otros bailes y de ahí ya la capilla que le hicieron a la Virgen fue chica y le hicieron otra capilla más grande y de ahí ya empezaron las historias de los bailes. Pero siempre han sido chinos, porque los bailes chinos son una tradición muy antigua, con los mismos instrumentos, el tambor, la flauta y la bandera que se baila, el abanderado, el flautero y el tamborero.” (Entrevista: Hugo Pasten Pizarro. Andacollo, mayo del 2008. Nacido en 1951. Abanderado y primer jefe del Baile Chino no 1 Barrera de Andacollo y desde el 2014 Pichinga Andacollino.)

Es poco probable que los primeros grupos de baile, del siglo XVI, surgidos en Andacollo hayan asumido la forma de los actuales bailes chinos, porque si bien la práctica musical y ritual presenta en la actualidad elementos que tienen raíces o antecedentes prehispánicos, el universo ritual mestizo del Norte Chico transformó las expresiones arcaicas, debido a la violencia del proceso de conquista, colonización y evangelización que intervinieron en la transformación y dislocación de la sociedad nativa. En este escenario de cambios el nuevo sistema imperial introdujo condiciones laborales y demográficas que forzaron la interacción de diferentes pueblos y culturas. Autóctonos, españoles y más tarde afrodescendientes y nuevos mestizos, se vieron compartiendo un mismo espacio territorial, pero no necesariamente un mismo derrotero socioeconómico y cultural. Por lo tanto, no podemos ver en el baile chino y otros bailes posteriores del periodo colonial sino los resultados indirectos de las políticas de evangelización y colonización impuestas por España, políticas que sin duda, fueron interpretadas por las poblaciones locales conforme a sus propias historias y estructuras socioculturales.

Un hecho de la causa fue la fuerte represión eclesial que existió en los siglos XVII y XVIII, mediante la cual se buscaba extirpar los elementos propiamente indígenas y carnavalescos de la fiesta andacollina representados, por ejemplo, en los catimbaos y empellejados (o encuerados). Estos elementos expresivos que para las autoridades resultaban ser los más disparatados de aspecto y presencia —aún más que los bailes de indios y de la bandera, antecedentes de los chinos—, alcanzaron a coexistir con los chinos antes de ser abiertamente perseguidos y proscritos. Este hecho vino a favorecer y potenciar en el siglo XIX el dominio de los chinos, los cuales por entonces contaban con el concurso de las autoridades eclesiásticas, tal cual señala el cronista Francisco Galleguillos:

“Antiguamente hubo otro jénero de baile que quisieron anular a los chinos por sus estravagancias, estos eran los catimbados [...] Estos verdaderos sacrificios humanos fueron execrados por los curas y hasta por los mismos chinos que veian en grave peligro su soberanía. Se hizo necesaria la prohibicion, pero costo gran trabajo convencer a los devotos que la vírjen miraba con desden tantas y tan disparatadas locuras” (Galleguillos, F., Una visita a La Serena, 84. La ortografía es del original).

Esta expresividad ritual de los chinos manifestó desde un primer momento los vínculos estilísticos que lo asemejaban al mundo arcaico. Pero también hay que precisar que los primeros cronistas ya hacían mención a otras expresiones como los desaparecidos bailes de indios y el baile de la bandera, en un contexto donde aún no aparecen los bailes chinos. De modo que la forma y estructura que asume un baile chino actual es un tipo de organización más reciente, con una estética que guarda relación con un importante sustrato cultural, musical y organológico pretéritos, además de conservar una sociabilidad y etnicidad similar. Esta mezcla parcial de pervivencia indígena, con expresiones aportadas por los nuevos grupos demográficos, pasan a integrar parte del bagaje cultural y la memoria de las familias que conforman una clase popular, haciéndolas parte de una historia compartida en un territorio común y, por tanto, portadoras y practicantes de una identidad cultural específica de la población del Norte Chico.

De ahí que los bailes chinos y, en especial, los chinos del Baile Barrera, entraran a la leyenda encarnando la representación del primer baile de indios, aunque no haya pruebas de ello. Por esta puerta de la memoria, el Baile Barrera transita libremente desde la historia hacia la leyenda y viceversa, tomando por principio el hecho de un inicio legendario en el que hubo un primer indio que junto a su prole se volvió danzante. De este modo, los chinos del Barrera han venido dándole historicidad a una práctica anual, sin interrupción, en un ciclo ritual que permanece por siglos en su pueblo de Andacollo. Esto se aprecia en los testimonios de antiguos barrerinos, como el de don Gustavo Ossandón, quien señala lo siguiente:

“En Andacollo veneramos a la Virgen del Rosario de Andacollo. De ahí viene la tradición de los bailes chinos, por allá por el año 1540 y tantos se formó el primer grupo de personas, que ellos deben de haber sido indígenas todavía, que le bailaban a la Virgen y siguió hasta ahora la tradición, hasta el 2009, [y] va a seguir quizás hasta cuándo. Esos chinos, o sea, esos indios, ellos trabajaban —como en Andacollo siempre ha habido oro—, trabajaban en la mina y se ponían para trabajar en la mina, con el combito me imagino yo, se ponían acá atrás un culero de cuero, poh, pa’ la humedad de la mina. Entonces, de ahí viene la tradición que los chinos nos ponemos una culera, porque la tradición de esas primeras personas que le bailaron a la Virgen es que usaban ellos su culero, que ahora ya tenga un poquito más transformada, con sus dibujitos, es otra cosa, pero es lo simbólico del chino, del verdadero chino de la Virgen [...] El indio encontró una imagen chiquitita, así, entre medio de unos matorrales y de ahí fue a dar la voz a todos los demás. Y empezó la tradición y después se comentaba que esa imagen había desaparecido y se mandó a hacer a Perú la actual imagen que hay ahora, que era idéntica, idéntica a como la que había encontrado el indio.” (Entrevista: Gustavo Ossandón. Hurtado (Río Hurtado), febrero del 2009. Nacido en 1936. Abanderado, cantor y segundo jefe del baile.)

II. Baile mandante o dueño de casa:
El Baile Chino Barrera es un baile peregrino o de carácter esparcido, tal como lo define don Quintín Marín, tambor mayor del baile:
“En el Barrera somos de aquí de Ovalle, somos de Serena, somos de Río Hurtado, somos de Samo Alto, o sea de diferentes lados, entonces lo que pasa [es que] nosotros nos juntamos. Sí, el Barrera siempre se ha juntado el veinticinco y veintiséis [de diciembre] [...] nosotros somos esparcidos. Entonces ahí́ está, nosotros nos juntamos el veinticinco, el veintiséis, ahí́ llegamos a haber hasta treinta, cuarenta [chinos]. A veces más, poh.

En el mismo sentido, los abanderados don Hugo Pasten y don Gustavo Ossandón, agregan:

“El veinticinco y veintiséis de diciembre, ese es el día más importante, porque ese es el día que nos juntamos todos los del Baile Barrera, porque todos los chinos del Baile Barrera son de distintas partes. Hay de Hurtado, hay de Ovalle, hay de Copiapó́, hay de La Serena, hay de Coquimbo y ese día nos juntamos todos. Entonces nosotros nos motivamos, porque estamos juntos, conversamos, dialogamos. Y el baile de nosotros, el origen del baile de nosotros, el Baile Barrera, somos nosotros de todas partes, nosotros no tenemos ningún ensayo durante el año. Aquí́ vienen chinos de Vallenar, Copiapó, Serena, Río Elqui, Hurtado, Santiago, Ovalle, de todas partes. Entonces ese es el origen de nuestro baile, lo formamos así. Como ser, ya los chinos del Baile 8, por ejemplo, de Andacollo, el de don Juan [León], ese es propiamente de Andacollo y el Barrera no poh, somos de todas partes. Y ahí nos hacemos amigos y nos vemos para la fiesta ya nomás, ya todos nos conocemos, ya: «¿Cómo estái? Y «¿cómo hai pasado?» Y así. Es un encuentro de hermanos ahí... muy bonito... así es el baile, ese es el origen, tengo amigos de todos lados.”

III. El Pichinga, autoridad de los bailes de Andacollo:

Este primer baile de la Chinita fue nombrado de múltiples maneras: Baile Chino de la Virgen, o a la Virgen, Antigua Danza de Chinos y actualmente Baile Chino no 1 Barrera. Pero el no 1 hace referencia a su condición de baile más antiguo y al mencionar el número como parte del nombre el 1 ha pasado a ser una enseña: siendo el baile chino más antiguo, le recae el derecho consuetudinario de ser dueño de casa y supremo de todos los bailes en la fiesta de Andacollo. La facticidad de este derecho recae en la autoridad del pichinga y da estatus, figuración y potestad al Baile N° 1. No obstante, esta figura ha debido permanecer por siempre en una constante defensa frente al acoso de otros intereses que han buscado debilitar y/o apropiarse este derecho y posición.

El pichinga era una dignidad que le correspondía a la máxima jerarquía del baile Barrera. Siendo el jefe del baile más antiguo de Andacollo, su jerarquía era reconocida por todos los otros jefes de bailes quienes, a su vez, también eran cabezas en sus localidades. De modo que el respetar la jerarquía del pichinga reproducía un orden interior general: el principio de autoridad que alcanzaba las estructuras y organización de cada baile. El apego a este principio de obediencia al pichinga, en cuanto a reconocer en él al único dueño de casa, daba coherencia a un sistema completo de bailes religiosos participantes, provenientes de diversas localidades, que se congregaban en un punto con un mismo propósito, con un mismo sentido y con una misma estructura jerárquica: los jefes de bailes que observaban esta obediencia también reclamaban para sí la misma sujeción de los chinos de su propio baile. Como jefe del culto, la principal misión del pichinga era sostener, mantener y animar esta ritualidad festiva que ya se había propagado a toda la región. Desde su posición de supremacía, el pichinga gobernaba el culto para garantizar la armonía entre los celebrantes y la autonomía en la celebración respecto de los poderes civiles y religiosos. Por este motivo, su autoridad nunca ha estado en cuestionamiento entre los antiguos grupos de baile que celebraban en Andacollo. La supremacía del pichinga fue eje central del ordenamiento de la devoción y la articulación ritual donde ha tenido lugar el encuentro entre el devoto y la imagen de la Virgen. Esta era otra de las convicciones que don Laureano Barrera aclaró en su momento a Francisco Galleguillos, cuando este le preguntó por la obligación que tenían los bailes visitantes de chinos y danzas de presentarse primero ante él para pedirle autorización e ir a saludar a la imagen: "Precisamente, porque si no lo hacen no les doy permiso; nadie puede faltarme el respeto". El estatus de dueño de baile y la férrea posición en mantener esta potestad y conservar la autoridad que deviene de ella, bien pudo tener vinculación con el mundo indígena. Señala Latcham que:

La dignidad de jefe de estos bailes es generalmente hereditaria y es curioso notar que estos jefes todavía se llaman dueños de los bailes, que es la equivalencia de los ngenhuenu, ngenpiru, ngenco, ngenanü, etc., de las antiguas sociedades araucanas. Y el título ngen no era simplemente honorífico, al menos en tiempos recientes. El dueño de una cofradía o baile, lo era en más que el nombre. Era el poseedor de toda la regalía, de los adornos, de los instrumentos musicales y el heredero de los atributos mágicos y de la potestad que acompañaba el rango y el único que conocía sus secretos, que pasaban de padre a hijo. Aún en el día [de hoy] se ve esto en todo el país. El dueño de baile de chinos de Andacollo, tal vez el más famoso de los ya existentes, y actualmente perteneciente a la familia Barrera, no lo es simplemente del baile o cofradía, compuesto de cincuenta o más individuos, sino que lo es también de la Virgen de Andacollo, siendo el Templo y el curato simples depositarios. En este caso el derecho de posesión ha creado una curiosa leyenda que la Virgen no la pueden sacar en procesión, sino a la vista y con la anuencia del pachinga [sic] (dueño del baile) Barrera, y de otro modo se pone pesada y todos los esfuerzos son inútiles para sacarla.

El profundo respeto que los jefes le tenían al pichinga de Andacollo tiene su sustento en un derecho y una atribución que el Baile Chino no 1 Barrera asumió directamente ante la Virgen: este derecho y atribución deviene del compromiso de servicio que este baile chino promete a la Virgen para los días de fiesta. El respeto a la jerarquía es una forma de conmemoración de la relación directa que los mineros pobres y mestizos alcanzaron con la Virgen de Andacollo. En este sentido, el antiguo respeto y acatamiento de los jefes de bailes frente al pichinga, es una forma de ratificación de la alianza alcanza- da en Andacollo entre lo humano y lo divino. Esta forma de respeto ritualizado conllevó una práctica muy propia y amplia- mente reconocida en esta región, puesto que ha sido la base para la producción de un sentido cultural inédito. Alguien nos explicaba que el respeto por la autoridad del pichinga ha sido una actitud y una acción que asienta sus raíces en el modo de hacer de «los abuelos de mis abuelos» y que, por tanto, es una herencia cultural. Por este motivo la afirmación «El cacique o pichinga del baile chino más antiguo de Andacollo es el jefe máximo de todos los bailes locales y foráneos. Preside toda la fiesta y su autoridad es absoluta y respetada» fue por siglos una sentencia de veracidad absoluta.

Los Pichingas tradicionales surgidos desde el baile Barrera son del ultimo siglo has sido: Laureano Barrera, Sixto Alfaro, Florentino Alfaro Barrera, Félix Araya, Rogelio Ramos y hoy en día es don Hugo Pastén.

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  • Identificador SIGPA: CC20
  • Fecha de registro: 19-12-2012
  • Tipo: Cultor colectivo
  • Composición: Masculino
  • Comuna: Andacollo
  • Region: Coquimbo
Ubicacion
Fotografías