Comité de Cuasimodo de Lo Barnechea
Lo Barnechea, Metropolitana de Santiago

Antecedentes biográficos:

El primer dato histórico sobre la realización de un Cuasimodo en Lo Barnechea data del año 1896. En aquel tiempo la parroquia de Ñuñoa abarcaba un extenso territorio rural, el cual incluía las tierras de las actuales comunas de Las Condes y Lo Barnechea, donde existían pequeños poblados/caseríos. Esta parroquia, dedicada a Nuestra Señora del Carmen, fue fundada el 16 de julio de 1662, siendo la tercera en antigüedad de la zona metropolitana y se ubica al frente de la actual Plaza Ñuñoa. Se subdividía en varias viceparroquias debido a lo disperso de la población rural en tan extendido territorio (límites: cerro San Cristóbal/cerro Manquehue/La Dehesa en el norte; centro histórico al poniente, cordillera de Los Andes al este y río Maipo hacia el sur), correspondiéndole a Lo Barnechea la de Rosario en Apoquindo (Sabat, 2000). Existían además varias capillas privadas en los inmensos fundos de aquella época, una de las cuales era la del Fundo Lo Bravo, que en 1900 pasa a ser la Parroquia de San Ramón y en 1986 se convierte en la Iglesia Catedral Castrense de Nuestra Señora del Carmen (ubicada en Los Leones con Nueva Providencia) (2013), la cual tendría relación directa con el área de Lo Barnechea antes que ésta tuviera su propia parroquia en 1930 (Santa Rosa).

La celebración de Cuasimodo en 1896 se realizó en dos zonas de la gran parroquia de Ñuñoa, abarcando una de ellas lo que hoy son las comunas de Las Condes y Lo Barnechea. Al respecto, el diario local ñuñoíno de la época “La Comuna Autónoma” señala un 19 de abril:

Espléndida por más de un concepto fue la fiesta que tuvo en esa localidad el domingo pasado… Vecinos de ésta aseguran que jamás habían presenciado otra semejante, ya por el sin número de fieles asistentes como por la piedad y el recogimiento que reinaron mientras Nuestro Amo visitaba a los enfermos y aliviaba sus penas. Era imponente ver aquella procesión compuesta de católicos fervientes que se disputaban el honor de acompañar a Nuestro Divino Salvador. Calcúlase en setecientos el número de personas que recorrieron el trayecto de tres leguas, tapizado de flores y ostentado variados y lúcidos arcos que las señoras se habían esmerado en preparar. Todo parecía contribuir al engrandecimiento de tan hermosa fiesta. Era ver el entusiasmo con que los habitantes de estos villorrios procuraban solemnizarla; uno que no bajaban de 300, acompañaban a caballo al Santísimo; otros lo esperaban con lluvias de escogidas flores, y los niños con sus cohetes, voladores y armas de fuego seguían a pie hasta donde les permitían sus fuerzas.

Semejante prueba de piedad era digna de los católicos de Las Condes y Barnechea, y por ello desde nuestras columnas nuestros aplausos a los directores de aquellas regiones que aunque estando apartadas y al parecer humildes, dan ejemplo a las grandes poblaciones del mundo cristiano. (Prado, 2012: 38-39).

Como en otras descripciones, tenemos la presencia en la festividad de fuegos de artificio e incluso armas de fuego. Esto fue erradicado por motivos de seguridad y orden al menos de manera oficial, en el caso de los artificios, desde los años setenta del siglo XX.

Siguiendo esta versión, según nuestra entrevistada, es en torno a la Parroquia de San Ramón (antes capilla del Fundo Lo Bravo) donde nacen y se organizan los primeros Cuasimodos que abarcaron a Lo Barnechea, siendo bastante probable que esta primera celebración de la cual se tiene registro (1896) haya tenido su centro neurálgico/religioso en aquella zona. No se descarta que existieran corridas cuasimodistas en áreas de la comuna con antelación a 1896, sin embargo no existen datos históricos ni provenientes de la memoria oral que lo afirmen de manera concluyente.

Durante la primera mitad del siglo XX es escasa la información que existe sobre la realización de Cuasimodo en la comuna. No hay seguridad si es que Cuasimodo se corrió en Barnechea ininterrumpidamente durante las primeras cuatro décadas del siglo, sin embargo, se sabe que su organización era en torno de la Parroquia de San Ramón, debiendo la comitiva recorrer alrededor de 10 kilómetros para llegar hasta Lo Barnechea (de hecho según nuestra entrevistada en escritos de finales del siglo XIX se habla de un recorrido de 7 millas hasta el lugar). La fiesta era organizada por las dos familias terratenientes más importantes de la zona: los Fernández Concha, dueños de un territorio comprendido desde el Canta Gallo hasta la proximidad de Farellones y la familia Herrera. A mediados de la década de los cuarenta asume en la nueva parroquia de la comuna el Padre Alfredo Arteaga, quien proveniente de Curacaví donde se realizaba Cuasimodo con esmero, organiza el primer Cuasimodo independiente para Lo Barnechea.

Durante los decenios venideros, el recorrido de Cuasimodo en Lo Barnechea era muy largo y sacrificado, ya que se debía correr desde la parroquia (ubicada en Raúl Labbé con Lo Barnechea) hasta la altura y profundidad del valle del Arrayán. En esos tiempos, la mayoría de la población local vivía dispersa en aquel valle, existiendo ahí muchos devotos enfermos imposibilitados de acercarse a la parroquia para comulgar, por esto, la comitiva llegaba hasta una cima del Arrayán donde se ubica un Cristo alrededor del cual vivía bastante gente. Se trataba de población rural “humilde” que trabaja sus pequeñas parcelas para subsistir. Doña Clemira Montenegro realizaba este recorrido en sus inicios como cuasimodista (comenzó alrededor de los 12 años) a mediados del siglo pasado. Se internaban hacia esa zona por el puente San Enrique, tomando el camino Los Refugios y luego otro camino rural. También, al menos hasta los años noventa, el recorrido se alargaba bastante por la poca conexión para cruzar el río Mapocho, debiéndose ocupar sólo el Puente en San Enrique y el de Canta Gallo. En aquellos tiempos concurrían a Cuasimodo personas desde muy lejos, como es el caso del hermano de doña Clemira, quién con 8 años de edad ya participaba montando en burro y trasladándose desde una zona muy lejana del Cajón del Arrayán. Él fue quien comenzó con la tradición cuasimodista en su familia y corre hasta el día de hoy (ver SIGPA Lorenzo Montenegro).

Progresivamente los campesinos del Arrayán fueron dejando sus tierras a manos de propietarios adinerados que construyeron grandes viviendas en parcelas de agrado. Esta población de proveniencia rural, fue reubicada en poblaciones de Lo Barnechea, mayoritariamente en el Cerro 18. De esta forma, con el pasar de los años, ya no se justificaba subir hasta el Cristo del Arrayán debido a que los nuevos habitantes de esta zona no se interesaban en comulgar y se remitían a ser meros espectadores de la corrida. Fue el Padre Alarcón quien por primera vez y no exento de detractores, decidió cambiar el recorrido omitiendo la entrada al Arrayán, tomando en cuenta además la dificultad y peligrosidad que esto conllevaba al deber sortearse un camino empinado y resbaladizo con un gran esfuerzo de caballos (hasta cuatro eran necesarios para tirar la carroza principal) y jinetes. La bajada era igualmente peligrosa, debiéndose ir afirmando desde atrás la carroza para evitar su desbarranco.

En cuanto al vestuario, al menos hasta los años setenta lo típico era presentarse con la manta del huaso cubriendo el tronco y un pañuelo extendido y amarrado en la cabeza, el cual improvisadamente podía ser de diversos colores y materiales. Este pañuelo venía a reemplazar como resguardo del sol y del polvo al sombrero de huaso que se ocupaba anteriormente, atuendo que se consideró poco respetuoso ante el Santísimo que se traslada en la carroza y el clima litúrgico en general. Es después de la formalización de la vestimenta que realiza, entre la instauración de otras reglas, la Asociación Nacional de Cuasimodistas luego de su conformación primaria en 1975, que en Lo Barnechea asumen de manera regular y masiva el uso de la esclavina y la pañoleta blanca con ribetes amarillos. En esos tiempos, aún la gran mayoría de los corredores eran de sexo masculino, por lo tanto el vestuario se conformó para ellos. Lo mismo sucedió con los ornamentos en general, que pasaron de ser multicolores y variados a estar más formalizados bajo los colores del Vaticano diferenciándose así la fiesta religiosa de otras celebraciones chilenas como el 18 de septiembre.

Otro efecto que fue teniendo el cambio en el uso del suelo de lo agrícola a lo habitacional, fue que paulatinamente la gente perdió la posibilidad de mantener equinos en su propio hogar o en las cercanías. Por ejemplo, el Cerro 18 era, antes de cobijar la actual población, un lugar destinado a la pasta de animales. Lo mismo sucedió en zonas como El Huinganal o La Dehesa.

Cuasimodo en Lo Barnechea desde sus comienzos (con el Padre Arteaga) tuvo un fuerte vínculo con el folclor y la cultura huasa local en general. En los años cuarenta y sus décadas cercanas, esta comuna era una pequeña localidad rural con escasa población y grandes extensiones de territorio campestre. En los inicios y mientras no hubo medialuna en el Cerro 18, posterior a la corrida se realizaba una fiesta huasa en la explanada que colinda con la iglesia (donde hoy está el estadio de Barnechea y zonas aledañas). Esta instancia era un descanso y gratificación para los sacrificados corredores, dándoseles empanadas y chicha. En la fiesta se hacían numerosas actividades y juegos típicos, ya que lo grande del terreno y el aislamiento en el campo lo permitían. Dominaban los juegos ecuestres: se perseguía al diablo, corriéndolo en briosas cabalgaduras, lanzando cohetes y petardos hasta agotarlos y cansar a las bestias. Además, había carreras con china al anca; doma de potros, preparados todo el año para esa ocasión, o el juego del enlace, con el caballo a toda velocidad, en que el laceador y presa lucían destrezas (Prado, 2012: 56). Este mismo punto era el centro de reunión de los corredores en la madrugada previa, muchos de los cuales acudían desde zonas muy distantes (Farellones, Cajón del Arrayán) debiendo viajar toda la noche para llegar al alba y esperar algunas horas el inicio de la corrida.

La comuna de Lo Barnechea ha vivido un fenómeno de urbanización permanente, hecho que se ha intensificado en las últimas décadas. Esto ha provocado cambios muy importantes en el desarrollo de Cuasimodo, el cual ha debido adaptarse al actual panorama urbano, incluyendo masivamente vehículos motorizados y bicicletas en su caravana, como también tomando mayores recaudos en el manejo de los caballos durante la fiesta.


Antecedentes de la especialidad o práctica:

El objetivo principal de Cuasimodo es recorrer las calles de la comuna otorgando la Comunión a ancianos y/o enfermos que por motivos físicos no pudieron acudir a comulgar en la iglesia el domingo de Resurrección (se realiza el domingo posterior). En este misión, el cura de la parroquia local que se traslada en una carroza es escoltado/acompañado por una caravana de feligreses y corredores a caballo, en carretones de tracción animal, vehículos motorizados y bicicletas que rinden pleitesía a Cristo Resucitado, a la Iglesia Católica y velan por la seguridad del cura con su séquito, coordinando además la logística para que la Comunión sea entregada de buena manera.

El domingo 7 de abril del año 2013 la actividad comenzó a las 8 am, cuando el cura acompañado de un asistente clerical, un monaguillo y un hombre de civil abordo de una carroza negra (tirada por dos caballos) ornamentada con flores blancas/amarillas y banderas de Chile y el Vaticano abandonaron raudos la iglesia Santa Rosa, escoltados de cerca por alrededor de 12 jinetes que vestían a la usanza (ver más abajo), tocaban campanillas y portaban enormes banderas chilenas y papales; sus caballos cubiertos con una gran manta amarilla. Esta escolta es la que acompaña al cura directamente durante toda la corrida, siguiéndolo incluso cuando éste se introduce por pequeños pasajes para alcanzar casas en poblaciones, momentos en los cuales el grueso de la comitiva espera en la calle principal. Algunos de sus componentes gritan a menudo consignas típicas de esta fiesta como: ¡Viva Cristo Rey! ¡Viva Cristo Resucitado! ¡Viva la Santa Iglesia Católica! ¡Viva el Papa! ¡Viva nuestro Cardenal! ¡Viva el señor cura!; entre otros. Esto mismo lo realiza el civil a bordo de la carroza por medio de un megáfono cada cierto tiempo. En calle Lo Barnechea los espera una camioneta que hará de punta en la comitiva, yendo siempre adelante, portando una gran cruz en su parte posterior, adornada y con parlantes que hacen resonar música religiosa y gritos cuasimodistas. En un inicio no son más de 30 los jinetes y un par de carretones que van acompañando la comitiva, pero con el pasar de los minutos y mientras se avanzan cuadras, va uniéndose de a poco una gran cantidad de gente.

Alrededor de las 9:30 la caravana ya es multitudinaria. Se han unido al menos unos cincuenta ciclistas detrás de la carroza y otro centenar más atrás (en su mayoría niños), numerosos jinetes (según diario “La Tercera”, edición del 8 de abril 2013, en total fueron 750) , carros/carretones, camionetas, automóviles y motos en la retaguardia. Cada grupo según su medio de locomoción permanece más o menos junto, avanzando en bloque según el ritmo que marca la carroza con sus detenciones. Algunos jinetes líderes van recorriendo la caravana de atrás para adelante y viceversa, custodiando que todo se realice con normalidad, dando los gritos de avance y detención cuando corresponde y bloqueando a ratos ciertos cruces viales para que los automóviles externos se detengan. Personal de Carabineros también vigila la comitiva y hace las detenciones del tránsito necesarias, sin embargo su presencia es bastante contemplativa, dejando que el liderazgo al respecto lo asuman cuasimodistas.

En la ornamentación floreada y de guirnaldas en estos vehículos y caballos prevalece el blanco/amarillo, los emblemas patrios, papales, la presencia de cruces, de Cristo, la Virgen, además de símbolos de la productividad en el campo, como hojas, racimos de uva, frutos y otros. Incluso un camión ¾ desfiló con una oveja amarrada en su parte posterior y varias ramas de palmera y trigo.

Múltiples vecinos han adornado sus casas con ramas de palmeras y colores en globos y guirnaldas para la ocasión. Las casas de los devotos enfermos que deben comulgar disponen un pequeño altar en la vereda, con la figura de Cristo, la Virgen y adornado con flores, fotografías, globos, guirnaldas y otros (siempre predominando el blanco y amarillo). La expectación en estas casas es muy grande, estando todo el grupo familiar congregado en la calle esperando la carroza del cura. Cuando éste llega, en ocasiones ingresa a la casa con su séquito más directo; en otras da la Comunión en la calle ante la vista de decenas de espectadores que registran el momento con sus teléfonos y cámaras.

Cuasimodo es una fiesta fuertemente familiar. Un gran número de padres/madres acuden con sus hijos cuidadosamente vestidos a la usanza. Infantes de alrededor de 3 años pasan cabalgando al trote solos en la montura, tirando sus padres jinetes del animal con una cuerda. En esta versión de Cuasimodo la familia Gana corrió representada por cuatro generaciones, lo cual fue premiado en la fiesta final. Como hemos notado, esta práctica y sus conocimientos asociados son transmitidos fundamentalmente en el seno de la familia, desde las generaciones experimentadas hacia las más noveles, quienes acuden a Cuasimodo con mucho entusiasmo al tratarse de un evento atractivo para niños y jóvenes (conlleva andar a caballo, en bicicleta, disfrazarse, etc.). Esta formación en Cuasimodo se enmarca también en una más amplia de introducción en la fe católica.

Existe un gran grupo de jinetes avezados que tiene su propio espectáculo. Galopan a ratos, hacen fintas con sus caballos, avanzan de costado y los hacen trotar a manera de baile. Van gritando con tono de huaso y sus vestimentas/aperos también los identifican como tales.

El recorrido es organizado fundamentalmente según la ubicación de las casas de los postrados. En 2013 se visitó a 26 personas distribuidas en distintos puntos del centro de la comuna (inmediaciones de la parroquia) y otros tantos en sectores más alejados de ésta, lo cual extiende la distancia del recorrido. Este año, después de recorrer la zona céntrica, se subió por Raúl Labbé hasta Los Refugios para luego pasar por plaza San Enrique y bajar por Avenida Las Condes. Una parada importante fue en la parroquia Santa Ana (se reunieron varias personas a comulgar), como también la Comunión otorgada a la Sra. María del Socorro Pinto, de 104 años, acción realizada por el Arzobispo de Santiago Ricardo Ezzati quien poco antes se había incorporado a la comitiva. El regreso fue por el puente La Dehesa, Raúl Labbé y después cruzar el centro para subir toda la caravana hasta la medialuna del Cerro 18 (subida de tierra bastante empinada) donde celebró la misa final de Cuasimodo el mencionado Arzobispo ante un recinto abarrotado de cuasimodistas y otros feligreses (alrededor de 1200 personas). En otras ocasiones se debe asistir a zonas bastante alejadas como el Camino a Farellones. En esos casos, para evitar retrasos y desgaste de la caravana, el cura acude en vehículo motorizado acompañado de los más cercanos mientras el resto lo espera en la ruta principal. Es esta una de las pocas instancias, la única a nivel de ceremonia oficial en la zona, en que el Cuerpo de Cristo sale al exterior de la iglesia (representado en la Hostia consagrada). Por esto, una de las preocupaciones más importantes durante el periplo referido es asumir recaudos en la manipulación del copón que contiene las Hostias sagradas, ya que de ocurrir cualquier accidente que lo involucre (por ejemplo, que se caiga) estaremos frente a un sacrilegio.

El vestuario oficial, que utiliza la gran mayoría de los corredores, es la esclavina cubriendo parte del torso desde los hombros de color blanco con ribetes amarillos y el pañuelo con estos mismos colores cubriendo la cabeza, presentando gran cantidad una cruz amarilla en la frente. La esclavina se ha elaborado según el modelo que antiguamente usaban los sacerdotes como parte de su atuendo, mientras el pañuelo formal ha venido a reemplazar el de múltiples colores y formatos que se ocupaba anteriormente. El colorido está dispuesto en representación de los colores de la bandera del Vaticano. Muchos se ponen la esclavina sobre la manta de huaso. En Lo Barnechea se respeta bastante esta disposición, siendo pocos los corredores que acuden con otro tipo de vestuario. La alternativa más usada es la manta huasa al descubierto, el sombrero huaso (que se lleva gran parte del tiempo colgando en la espalda en son de respeto al ambiente litúrgico) y/o pañuelos de variados colores en la cabeza. Muchos corredores visten también a sus caballos con largas y coloridas mantas (prima el blanco con amarillo) desde la cabeza hasta las patas, a la usanza de los caballos medievales.

Una vez terminada la misa oficial en la medialuna (a eso de las 2 pm), se hace una pausa para que la gente se retire en familia a almorzar y descansar. La cita es a las 5 pm nuevamente en el mismo lugar para la fiesta ecuestre tradicional de todos los años. Se trata de un evento abierto a la comunidad, la cual acude en gran número a presenciar las destrezas de los jinetes. El lugar sigue adornado con guirnaldas blancas/amarillas y una gran foto de Juan Pablo II. En la ocasión se realizó una larga competencia del “barrilete” en múltiples categorías (incluyendo mujeres y niños) hasta la tarde-noche. Durante la fiesta se realizan también premiaciones a los asistentes, algunas azarosas para el divertimento y otras con más sentido cuasimodista, como lo son los premios al corredor más vetusto y al más joven. Los premios suelen consistir en mercancías, pero también se ha optado en otros años por entregar diplomas u otros galardones de reconocimiento por tener ellos mayor significación y perdurar en el tiempo. Esta fiesta es una continuación de la fiesta huasa que se organizaba desde los años cuarenta por el padre Arteaga a orillas del río (ver antecedentes históricos).

Existen dos categorías para la gente que participa en Cuasimodo. Por un parte están los cuasimodistas, en el sentido profundo/completo del término, quienes participan durante gran parte del año en otras actividades ya sean religiosas y/o laicas a nombre de la institución cuasimodista a la que pertenecen, acuden regularmente a las reuniones de su organización, ayudan en la coordinación de Cuasimodo, etc. Ellas suelen ser personas con un catolicismo bien arraigado, cercanas a la Iglesia, cuidadosas de cumplir todos los protocolos religiosos y de formalidad/comportamiento en general que incluye Cuasimodo. Por otra parte están los llamados “corredores”, quienes sólo acuden el día de la Fiesta de Cuasimodo a correr en sus caballos o en otros medios de movilización. Si bien muchos de ellos se preparan con gran ahínco, invirtiendo tiempo y dinero en mantener o conseguir un caballo u otro medio de transporte, en adornar sus animales, carretones, bicicletas, etc., se trata de participantes que en su mayoría no siguen al pie de la letra el protocolo de formalidad establecido y que tienen un sentido de la religiosidad más informal y participativo en menor medida con la Iglesia. Para ellos la celebración es tanto o más importante como expresión de la cultura huasa que como fiesta católica. Es esta la cara más “popular” de Cuasimodo, ya que otorga masividad y heterogeneidad al evento (lo cual ante ojos críticos a veces se traduce en desorden, poca pulcritud y hasta falta de respeto). A este numeroso segmento suele adjudicársele cierta conflictividad que, aunque aislada y no muy significativa, es parte de Cuasimodo (ingesta de alcohol, bullicio innecesario, maniobras arriesgadas con los caballos, riñas, etc.). Sin embargo, la convivencia entre estos segmentos es cordial y se valora positivamente desde la comunidad barnecheína la alegre presencia del huaso chileno corredor.

La realización de Cuasimodo se ha complicado, según sus participantes, debido a la constante urbanización de la comuna. Esto repercute en dos problemáticas principales: la pavimentación de los caminos que hace riesgoso el cabalgar (fundamentalmente debido al resbale de los caballos) y la imposibilidad de mantener equinos en propiedades urbanas (por espacio, acceso a alimentos y leyes de sanidad), quedando los terrenos para estos fines cada vez más alejados. Este último factor repercute en un encarecimiento de la actividad cuasimodista, ya que sus participantes a caballo deben pagar por mantener sus animales en pesebreras y/o arrendarlos/comprarlos para la ocasión. El abigeato es también un problema grave en la comuna que deben enfrentar los cuasimodistas. Sin duda estamos frente a una problemática importante, ya que en comunas como Lo Barnechea (de origen rural) el Cuasimodo no se concibe sin la presencia de caballos. Es decir, de no existir la posibilidad de escoltar a la carroza con huasos montados a caballo, para los cuasimodistas de mayor experiencia, esta fiesta perdería su esencia pudiendo extinguirse como tal.

La organización cuasimodista de Lo Barnechea no ha necesitado obtener personalidad jurídica, es parte de la Asociación Nacional de Cuasimodo y tiene actividad durante todo el año, lo cual últimamente se ha visto en riesgo debido a la escasa participación de cuasimodistas externos a la directiva. En años anteriores llegaron a ser entre veinte y treinta los cuasimodistas que asistían con regularidad a reuniones y otras actividades. La relación con el municipio es cordial y fluida, tanto con las administraciones anteriores como con la actual. Al respecto, nos señala doña Clemira como un hecho muy importante, la alcaldía siempre ha sido un cooperante presente sin confundir los roles y pretender ser el organizador principal de Cuasimodo, acción que corresponde según los fundamentos de la festividad directamente a la parroquia y a la organización cuasimodista bajo su alero (una institución laica no puede organizar Cuasimodo según los estatutos de la Asociación Nacional).

Según los propios participantes, Cuasimodo en Barnechea es una tradición que suele acompañar a sus practicantes por toda la vida. Es el caso de don Nano Paz (Q.E.P.D), quien corrió desde los 10 años. Su última corrida como jinete fue con más de ochenta años y sus hijos tuvieron que ir sujetándolo para que no se cayera del caballo. Luego, el mismo año en que falleció, debieron llevarlo en camioneta durante todo el recorrido, sin abandonar nunca su comitiva mientras estuvo vivo. Ejemplos de este tipo existen en gran cantidad.

Debemos mencionar también otras actividades que se desarrollan durante el año, las cuales están asociadas a Cuasimodo en la localidad. Destaca la Romería de lo Hermita que tiene su origen cuando la familia Fernández Concha instaló en 1886 una Virgen (la de Nuestra Señora del Rosario) en el kilómetro 7 Camino a Farellones, participando desde aquel año una gran cantidad de feligreses de Lo Barnechea y otras localidades en una procesión hacia ella. Esta actividad dejó de realizarse por largas décadas, hasta que la organización cuasimodista de Lo Barnechea la reactivó el año 2000. De esta manera, año a año cuasimodistas y el resto de la comunidad católica local rinden culto a esta Virgen.

Esta agrupación participa también en las distintas procesiones y actividades que anualmente se realizan y de las que son parte las organizaciones asociadas a la Asociación Nacional de Cuasimodistas y otras externas, tales como la peregrinación a Sta. Teresita de los Andes, al Santuario del Padre Hurtado, a Pelequén y, cada primer domingo de septiembre, a la Virgen del Carmen en Maipú (evento cuasimodista donde acuden organizaciones de todo Chile, vigente desde 1975 cuando en ese lugar se realizó el primer encuentro nacional de Cuasimodo).


Bibliografía:

- Conferencia Episcopal. “Iglesia Catedral Castrense”. 2013.
http://www.iglesia.cl/castrense/catedral.html . Visitado el 17 de abril de 2013

- Prado, Juan Guillermo. 2012. “Cuasimodo. Carga de caballería a lo divino”. Valparaíso, Ed. Alba.

- Sabat, Pedro. 2000. “Las Huellas del Tiempo”. Santiago, Ed. Nuevo Extremo.

  • Identificador SIGPA: CC833
  • Fecha de registro: 04-11-2013
  • Tipo: Cultor colectivo
  • Composición: Mixto
  • Comuna: Lo Barnechea
  • Region: Metropolitana de Santiago
Ubicacion
Fotografías