Comunidad de artesanas en crin de Rari
Colbún, Maule

Rari es una localidad campesina ubicada a 22 kilómetros de la ciudad de Linares, en el área centro-sur de Chile, allí viven las portadoras de un conocimiento, una expresión tradicional y única en el mundo, un tejido cuya materia prima es el crin del caballo. Cuenta la historia oral que esta actividad es consecuencia de la creatividad humana, que aplicó la misma técnica utilizada para la confección de cestería utilitaria, a piezas de formato pequeño y de tipo ornamental. La artesanía de crin de caballo es un conocimiento femenino que ha sido traspasado de generación en generación hace más de 200 años.

Se trata de objetos tejidos, sutiles y finos, de entre 7 milímetros y 12 centímetros de altura, construidos mediante un urdido en fibra vegetal que sostiene una trama de fibra animal. Las formas pueden ser planas o volumétricas, pero siempre de gran delicadeza y de aspecto traslucido que permite observar su estructura y percibir la destreza manual que requiere su confección. Las mujeres aprenden el “armado de las piezas” desde los 5 años de edad, hasta que dominan la totalidad del proceso que incluye el lavado, tinte y peinado del crin, tejido o entramado y las terminaciones. Este conocimiento les permite replicar e innovar en los aspectos figurativos de la técnica, siendo ésta uno de los principales potenciales de proyección de esta práctica en el tiempo.

Durante siglos, el paisaje campesino de Rari, se ha animado con las mujeres tejedoras que replican las figuras heredadas de sus madres y abuelas, al tiempo que crean nuevas piezas inspiradas en la observación del entorno o nacidas desde la propia imaginación. Así emergen las brujas, flores, libélulas, canastos, sombreros, flores y rosarios, entre otras formas que constituyen el universo estético, y que adquieren vida de las manos de las artesanas que comparten el espacio con la diversa actividad campesina.

María Ignacia Ibarra, postuladora de la comunidad al reconocimiento Tesoros Humanos Vivos 2010, lo describe de la siguiente manera “algo que no se puede dejar de lado, es la imagen en las tardes de verano, bajo la sombra de viejos parrones, al alero de acogedores corredores, o en el invierno rodeando el brasero, con el mate y el pan caliente o la tortilla de rescoldo, o cuando desde el camino se observa a estas artistas silenciosas urdiendo la más increíble gama de bellas figuritas”.

En torno al tejido se urde la vida social, las mujeres trabajan reunidas con familiares o vecinas trasmitiendo el conocimiento y la historia. Este trabajo colectivo permite la recreación de la técnica, que posee un valor histórico y simbólico invaluable, al tiempo que fortalece la identidad local.

Reconocimiento Tesoros Humanos Vivos 2010


Obtiene el Reconocimiento Tesoro Humano Vivo con el fin de valorar el potencial de sustentabilidad que tiene esta manifestación y su aporte al desarrollo local.

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