Aprendió el oficio de su padre Pedro Castillo Olivares a los 12años, en una época donde su realización era muy mortificada, no existían los organillos con ruedas como ahora, caminaban cerro arriba, cerro abajo, con el instrumento al hombro, caminaban desde Playa Ancha a Viña del Mar. El organillo funciona con la manivela, teclado, el rodillo, con pitos, bajos, funciona cada vez que se va dando de vuelta la manivela, va botando el aire y va sonando la música, Hay que tener un ritmo, para que vaya sonando la música parejita, una velocidad adecuada. El cultor ha viajado a todos lados, de sura norte, con el organillo al hombro, era contratado para ir a tocar a los colegios, casamientos, eventos. Para el verano recorría distintas playas entre las que destacan las de Quintero, Ventanas, Horcón, Con Con y Viña del Mar.

Sus conocimientos del oficio los ha transmitido a varias personas, comenzando con su hijo y posteriormente a personas que le gustaba mucho el oficio y cuando salía a trabajar se acercaban con interés para que les enseñara, esa experiencia para el cultor ha sido muy enriquecedora. Premios y reconocimientos: Durante su trayectoria ha recibido algunos reconocimientos, de la municipalidad de Calera, de Catemu, en distintos lugares le han dado diplomas. Resguardo del oficio: Primero que nada, conseguir los permisos para poder trabajar en las calles, hay municipalidades que no permiten que los cultores circulen por la calle tocando, es un objetivo que espera concretar y lograr obtener los permisos para poder realizar el oficio.