Antonio José Calfuñanco Vergara
Artesanía en totora
Coquimbo, Coquimbo

Corría el año 1970 y con solo 19 años Antonio Calfuñanco se convertía en padre. Motivado por el nacimiento de su hijo llegó desde Arica, su tierra natal, a la Región de Coquimbo. “Yo venía a ver a mi esposa, que es de Coquimbo, y a mi hijo, pero me gustó este lugar, así que me quedé acá”, señala.

Los días pasaban y con un bebé las necesidades aumentaron, por lo que Calfuñanco necesitaba ingresos para mantener a los suyos. Proveniente de una familia numerosa, desde muy niño estuvo ligado a la confección de piezas en totora pues a través de éstas generaban el ingreso que les permitía subsistir. “Empecé a hacer estas cosas en totora porque tenía necesidades económicas. Primero hice diez y las vendí rápido porque esa artesanía no era conocida acá y yo tampoco tenía nociones de los precios, así que las vendí baratas”, cuenta.

Un día, mientras recorría las calles de la ciudad vendiendo sus artesanías, le hicieron una particular invitación. “Andaba en la calle y un señor me invitó a una feria en Ovalle. Yo pensé que me estaba molestando porque jamás había ido a ferias, pero fui y gané el primer premio, entonces me empecé a hacer conocido”, explica el artesano y esboza una sonrisa que deja entrever un dejo de orgullo y vergüenza.

REGIÓN DE TOTORAS

Según cuenta Antonio Calfuñanco, la Región de Coquimbo es uno de los lugares donde más abundan las plantaciones de totoras. Si bien su crecimiento está ligado al curso y a la cercanía del agua, la sequía aún no genera ningún estrago en ellas. “Habiendo agua, hay totora y aquí hay mucha, tendría que secarse todo para que desaparezca”, afirma el artesano.

Tras la artesanía que se comercializa, existe un trabajo arduo, no sólo de creación sino también de elección del material. “Yo saco en el sector de El Faro, aunque esta región es rica en el material. El único requisito para trabajar la totora es que la mata debe estar seca para poder cortarla”, explica. Un trabajo que implica tiempo y dedicación y que con los años Calfuñanco domina a la perfección. Orgulloso de sí mismo, afirma que “en dos días corto una camionada, tengo práctica y energía”.

Cuenta que la técnica que utiliza para la confección de sus artesanías pertenece a la cultura chinchorro. Incluso en el museo San Miguel de Azapa, en Arica, hay una obra que realizó su abuela mientras que en el Museo Arqueológico de La Serena se exhibe una réplica de una estera de tiempos primitivos confeccionada por él.

KALLFU- MANKE

Luego de estar 15 años viviendo por temporadas entre Chile y Argentina, en 1992, Antonio Calfuñanco propone al municipio de Coquimbo, encabezado por ese entonces por el exalcalde Pedro Velásquez, un proyecto que apuntaba a la instalación de un lugar donde los artesanos típicos pudiesen dar a conocer sus trabajos y comercializarlos. Así nace Kallfu-Manke, que en mapuche significa cóndor azul.

Ubicado entre la Ruta 5 y calle Regimiento Arica, en el sector de Peñuelas, en Coquimbo, el local posee un encanto que cautiva a todo el que lo visita, “la gente llega a este espacio y se contenta, sobre todo los niños porque nunca han visto artesanías, a los extranjeros les encanta”, aseveró Calfuñanco.

Y es que basta estar un par de minutos en el lugar para vivir en carne propia esa experiencia. La música, los trabajos, los muebles, todo cuanto hay en el lugar, mágicamente transporta a otro mundo y logra generar una conexión con nuestras raíces. “Todo esto era tierra, era un basural. Cuando llegué a Chile pedí permiso para instalarme. Mi señora, Elena Caimanque, ganó un proyecto FOSIS de 400 mil pesos y con eso empezamos a construir despacito. El 2003 ganó un proyecto de la CONADI y hace poco uno de SERCOTEC”, relata el maestro artesano. “Este lugar tiene muy poca publicidad porque nosotros vamos tranquilitos, tú sabes que quien apurado vive, apurado muere, si uno crece mucho y rápido, el porrazo es más grande”, confiesa.

MOMENTO DE CREACIÓN

En 1985, Antonio Calfuñanco comenzó a experimentar en la creación de personajes típicos de la tradición chilena. Chinchineros, vendedores, huasos y aguateros son parte de la colección de piezas que ha desarrollado el artista. “El primer personaje que hice fue el pescador, mi vida ha estado ligada al mar aunque me gusta mucho lo que es tradicional, lo nuestro”.

Es enfático en afirmar que no siempre se siente la inspiración para crear pues “hay que tener un cuarto de hora”. Y no todos son capaces de lograrlo aunque se esfuercen para ello. “A veces llega, pero se termina, entonces hay que esperar a que vuelva la inspiración porque es imposible crear a la fuerza”, explica el entendido.

Al ser consultado por la facilidad que tiene para crear piezas artísticas, con humildad responde que él pone las manos y Dios hace el resto, “ellas sólo dan la forma. Muchas veces cuando estoy haciendo piezas nuevas me sorprendo de lo que creé, a veces pienso que no soy yo”.

ABRIR ESPACIOS

Con más de 30 años de trayectoria, Antonio Calfuñanco afirma que lentamente los verdaderos artesanos perdieron espacios en las ferias y sus puestos fueron reemplazados por productos que se pueden comercializar en cualquier lugar.

“El sentido de la feria artesanal se ha perdido en un cien por ciento. En el país deben ser cinco las que se dedican exclusivamente a las artesanías. Por ejemplo, vas a San Pedro de Atacama y te encuentras con que los locales venden cosas peruanas, ecuatorianas, pero todas hechas a máquina”. Apunta sus dardos al rol de las autoridades y su falta de apoyo a los pocos artesanos típicos que aún hay en el país y en la región. “Se están muriendo porque no tienen ningún tipo de apoyo. Ellos estarían encantados de que los invitaran a una feria, pero de verdaderos maestros de maestros, donde puedan exhibir sus creaciones, no a esas ferias de productos hechos a máquina”, sentenció.

EL FUTURO DE LA TRADICIÓN

“Va a seguir por muchos años más”, es su respuesta al ser consultado por el futuro de la tradición que su familia ha procurado continuar. Antonio tiene dos hijos, un nieto y un bisnieto y su orgullo más grande es que todos han aprendido el arte de la cestería en totora. Reconoce que esto es lo que ama, lo que más disfruta hacer e incluso afirma que “si a mí me sacan de aquí, me matan, esto es mi vida”. Lo que le depare el destino no es una preocupación pues si de algo está seguro es que siempre estará creando.

“Voy a seguir haciendo cosas nuevas, qué cosas, no lo sé, pero de que voy a seguir, de eso estoy seguro”.

Fuente: Diario El Día

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  • Identificador SIGPA: CI2481
  • Fecha de registro: 21-10-2015
  • Tipo: Cultor individual
  • Género: Masculino
  • Comuna: Coquimbo
  • Region: Coquimbo
  • Fallecido (06/12/2021)
  • Cultor destacado 2013
Ubicacion
Fotografías