Bercio Cid nació en la región de Aysén, específicamente en el Valle Simpson en las cercanías de la ciudad de Coyhaique. En el seno de una familia campesina vinculada al desarrollo maderero, pues su abuelo fue carpintero, aprendió a utilizar tempranamente herramientas e instrumentos, como la motosierra, que le permitieron desempeñarse en la carpintería de viviendas. Sin embargo, fue cuando se trasladó a la región de Magallanes que aprendió a ser carpintero de ribera, al llegar con 25 años a la localidad de Puerto Edén, donde comenzó a trabajar como ayudante y aprendiz de otros cultores de la zona.
De esta forma, los inicios de Bercio en el oficio se vinculan a su trabajo con otros carpinteros de ribera de los cuales fue aprendiendo los distintos procesos y etapas que involucra la construcción de una embarcación. Desde la búsqueda de la madera, el cortarla, aserrarla, trasladarla al taller y finalmente construir el bote según las exigencias del cliente. “Solíamos estar quince, veinte días al monte, cortando maderas y acarreando para la playa. Y después la acarreábamos a Puerto Edén, qué sé yo los días que nos demorábamos. Siempre trabajamos así”. En tal escenario, para la búsqueda de madera se prefirieron las orillas y quebradas de los canales Valdés y Santa María y sus aledaños donde se podía extraer árboles más viejos y con la forma curva natural.
En cuanto a las maderas utilizadas para la realización de embarcaciones, el Coihue, Ciprés y Lenga fueron los seleccionados: “Lo ideal sería hacer una embarcación con cuaderna de ciprés, o sea, toda la armazón lo que es quilla, roda, codaste... Tratar de hacerlo de coihue o de lenga, la cuaderna de ciprés, y lo quede sobre el agua, de la línea de flotación para arriba hacerlo de ciprés, porque aguanta más, aguanta más a que me refiero que no es pudre tan fácil”. Bercio identifica en su quehacer las particularidades y características de cada madera para su utilización en las distintas partes que componen una embarcación, de modo de garantizar su buen funcionamiento y durabilidad. Se distinguen así distintos tipos de botes, barcos y lanchas dependiendo de la función que se le otorgará. Tal como las embarcaciones de ocho metros, que Bercio realizó para comunidades indígenas que trabajaban en la recolección de cholga y en el buceo. Posteriormente cuando arribó a Puerto Natales fue que comenzó a construir embarcaciones grandes para pesca, lanchas de diez o doce metros, con casilla, cubierta y otros elementos característicos que permitieran la pesca del erizo o la centolla.
Para Bercio la carpintería de ribera es una práctica que dista bastante de la carpintería de vivienda, pues aquí influyen aspectos como el tipo de calado, la forma de la embarcación, el tipo de madera, las condiciones climáticas, técnicas para evitar la aparición de insectos que dañan la madera, como la “broma”, etc. pero también elementos como las creencias de los cultores. En ese sentido, si bien la práctica de botaduras y bautizos no es tan común en la zona como lo es en Chiloé, sí se otorga importancia a creencias en torno al cortar madera según las fases de la luna o la práctica de no trabajar con máquinas (motosierras o lanchas) el día de todos los santos, consignando que “de repente cuando las cosas coinciden se van afianzando las creencias”.
La práctica de la construcción de embarcaciones y la carpintería de ribera se ha visto alterada en la zona por ciertos elementos, como es el caso las restricciones legales que prohíben el corte y venta de especies como el Ciprés. Por otro lado, la presencia de los aserraderos en la zona ha influido en el encarecimiento y obtención de los materiales, “Lo ideal es salir uno a buscar lo que necesite, y ver que está sano y eso. Un palo tú le pegas con la mocha del hacha, y de un hachazo te vas a dar cuenta al tiro si el palo está sano, o está hueco o está podrido”. Actualmente se realiza una embarcación al año, los materiales que utilizan son cada vez más costosos junto con extensos tiempos de construcción, entre tres a cinco meses, donde el trabajo suele ser aislado, pero siempre existe el apoyo de un carpintero que ayude en el armado y entablado de la embarcación, preservando este oficio.
Continúa trabajando en la carpintería de ribera, incluso menciona que le mandan algunos trabajos de Puerto Edén donde vivió muchos años. Sin embargo, actualmente su trabajo ha disminuido considerablemente, donde, en el mejor de los casos, le llega la solicitud de hacer una embarcación al año. Sumado a dicha dificultad se suma el encarecimiento de los materiales e insumos, que repercute en una disminución de su renta.