Soy organillera, comencé a tocar el organillo cuando tenía 18 años, mi pareja me enseñó a trabajar, a recorrer, la vestimenta…todo. El 2017 salí del colegio, entré a la universidad y esporádicamente le ayudaba a Jair, en eventos, vendimias, luego me enfermé y tuve que congelar la carrera, quedé en blanco, no sabía qué hacer y mi pareja me dijo que podía trabajar con él y en el proceso me gustó mucho el oficio y quise seguir haciéndolo y me dediqué.
El organillo tiene un cilindro donde están las músicas, un teclado, el fuelle que funciona a base de aire y al girar la manilla el cilindro va girando y leyendo las músicas. Este año viajamos a Alemania con la familia Saavedra al Festival de Waldkirch y el de Berlín también, una experiencia increíble.