Don Francisco Correa y su familia, desde hace varios años desarrollan el oficio criollo de elaboración de volantines, pavos y cometas, destacándose por el uso de material y técnicas tradicionales de antaño. La experiencia del patriarca de los Correa Barrera, viene del legado que le dejo su padre, confeccionando volantines de excelente calidad de manera artesanal, siendo un aporte a la identidad local y a que la tradición no se pierda.

Esta familia trabaja confeccionando este producto chileno en promedio diez meses al año, descansando solamente durante los meses de enero y febrero, logrando recursos para mejorar sus ingresos, ya que fuera de esta actividad, cada uno cumple su rol laboral o de estudio. La familia pretende continuar con este legado generación tras generación, independiente que la tecnología o maquinaria se apodere del mercado, ya que están seguros que a nivel local son un referente.

La historia del volantín se remonta a los mongoles en el 1241, para espantar a los soldados bélicos, pero lo más trascendental, es que una vez llegado a Chile en el siglo XVIII, se le agregaron elementos como el carrete y se instauro como creatividad nacional. Independiente de lo anterior, el volantín hace varios años, se comenzó a elaborar industrialmente, matando en poco tiempo a los volantineros que trabajaban artesanalmente, siendo imposible competir en cantidad y precio, además que utilizan dibujos de moda, como los superhéroes, perdiendo el sentido de la chilenidad con el único fin de captar el interés de los niños.

Pese a estas y otras adversidades, por más de 70 años en Curicó, primero la familia Correa Morales, y ahora la familia Correa Barrera, elaboran volantines de manera artesanal con identidad local, instancia que le ha concitado el interés de los compradores, especialmente para estrategias publicitarias.