Desde tiempos inmemoriales el oficio de titiritero ha tenido y mantenido una presencia activa en el mundo infantil y también en el de los adultos, ya que ha sido transmisor de cuentos y leyendas de la tradición oral de las culturas.Jaime Morán Briones, actor egresado de la escuela de teatro de la U. de Chile. En 1958 funda una compañía de títeres junto a su esposa, Maía Morales, y desde entonces ha realizado espectáculos en escuelas y teatro de todo el país. Además, ha participado en festivales internacionales en Brasil, Argentina, España, México e Italia. La compañía ha adoptado diversos nombres desde su fundación: La Veleta, Teatro tradicional de muñecos, Los títeres del abuelo Moncho y el Teatro tradicional de títeres de Chile. Dentro del repertorio de la compañía destacan las obras: Los cuentos del abuelo Moncho, un espectáculo que se compone de juegos musicales, fábulas y cuentos. Dentro de las obras de gran formato se pueden señalar: Huanco el valiente, La niña de las albahacas, Las aventuras de Pedro Urdenales, No te duermas, Cervantes, Rapuncela y El cumpleaños del niño Jesús. Desde la fundación de la compañía, siempre se han trabajado las temáticas de tradición oral popular chilena, como la recreación del personaje campesino Pedro Urdemales; también ha creado el cuento Huanco el valiente, inspirado en tradiciones del pueblo Mapuche, obra que también se ha representado en España. Se ha hecho la adaptación de La niña que regaba la albahaca, cuento de tradición hispánica que llegó a Chile con los conquistadores, entre otros. Hoy en día, los titiriteros además de mantener la tradición, el misticismo y el romanticismo del juglar, se asocian entre si y con artistas de otras disciplinas, creando un sentimiento de pertenencia a un grupo, dignificando el oficio. Sin embargo, se coexiste con algunas manifestaciones de este oficio que descuidan gravemente el lenguaje, la presentación y el contenido del trabajo.