La práctica la comenzó de muy joven, ayudando a una abuela que componía huesos. Recuerda Don José Isidro, que “ya a los 16 años estaba en condiciones de arreglar huesos por cuenta propia”; sumando a hasta el día de hoy, más de 35 años trabajando de manera voluntaria e interrumpida.
Dice que “está dispuesto a enseñar sus conocimientos, pero para ello se requiere de un compromiso, voluntad y desprendimiento profundo de parte del alumno, cosa que actualmente es difícil de encontrar”.
Su técnica consiste en un diagnóstico basado en la palpación de la articulación afectada. De ese modo puede ver el estado de la lesión y con una serie de masajes suaves, va alineando los huesos afectados. Esto se debe hacer de manera muy suave y generalmente después, se recomienda un periodo de reposo relativo según el tipo de dolencia, con un vendaje que apreté levemente la zona intervenida.

Se ayuda de pomadas para dar mayor temperatura a la zona afectada y el tiempo de cada “arreglo”, toma alrededor de media hora. “Pacientes tanto de Vilcún como de lugares aledaños lo visitan”, cuenta Don José, quien aún está esperanzado en trasmitir el conocimiento a algún familiar, pensando en que está práctica perdure por muchos años más.