José René Saldivia Saldivia
Pescador artesanal / Tejuelero
Guaitecas, Aysén del General Carlos Ibáñez del Campo

Don José Saldivia Saldivia, nació un día 10 de enero de 1933, en la localidad de Huildad, cercana a Quellón, en la Isla Grande de Chiloé. Llegó de tres años a Melinka junto a sus nueve hermanos y sus padres. Su padre, nativo de Chiloé al igual que su madre, fue un ballenero que viajó por el mundo, llevando a cabo dicha faena, la cual desde 1986 se encuentra prohibida. Su padre al llegar a Melinka se dedicó a construir casas con tejuelas, práctica que su hijo José también llevaría a cabo. Pero como nos comenta conoció mejor la práctica a través de un maestro tejuelero de Quellón. Don José recuerda que la mayoría de las casas del Melinka de su infancia eran confeccionadas tanto con tejuela, como con canutillo, una especie de fibra vegetal utilizada para construir los techos y paredes de viviendas parecidas a las rukas del pueblo Mapuche. "Cuando yo llegué aquí, habían algunas casas, pero casi no de tejuela eran de tabla que hacían no más y la cortaban y la hacían tejuela y de eso hacían las casas, el techo y el resto era puro canutillo, antes no había cocina, cocina de ésta estufas no habían, había fogón" (J. S.). Don José, se casa a los 20 años de edad con María Pérez Chiguay con quien tuvieron siete hijos, tres mujeres y cuatro hombres, todos vivos en la actualidad. Quienes fueron criados en la vida del mar donde la familia completa participaba de las faenas de la cholga seca y el pescado ahumado. Recuerdan que un tiempo en Melinka se trabajaba con el intercambio de los productos como la cholga y el pescado que se intercambiaban por víveres a los patrones, tiempos en que no se conocía el valor de su trabajo nos comentan. Con el paso del tiempo, los recursos existentes en las Guaitecas se fueron agotando, lo cual fue generando que los pescadores de la zona deban migrar a buscar su producto a lugares más lejanos, como por ejemplo Puerto Edén o la Laguna San Rafael. "Yo he estado oreando pescado ajuera del San Rafael, ahí tenemos casa de pesca nosotros, estuvimos oreando pescado una vez" (J. S.), La familia de Don José y la señora María, vendieron su casa para trasladarse a Puerto Aguirre ya que en Melinka estaba muy escaso el trabajo, como recuerdan, fue un viaje de quince días con la chalupa a vela y remo. En Aguirre, se dedicaron a trabajar la cholga seca, pero aunque había mariscos, no existía dinero para comprarlos ni venderlos. "En puerto Aguirre no había nada que hacer, si usted llevaba mariscos, tenía que comerlos solo a quien le iba a vender si nadie tenía plata, había cosas abundantes pero no había plata pa’ comprar, mire que de Aysén hacia llegar hallullas a Puerto Aguirre, claro porque nadie tenía para comprar harina y la gente ya acostumbra juntaba unos cuatro, diez pa’ que compren un quintal de harina, si estuvo muy malo" (J. S.). La familia de don José y María, decidieron trasladarse a Coyhaique a vivir con sus siete hijos, localidad en la cual vivirían 28 años, donde pasarían diversas experiencias, tanto buenas como malas. En ese lapso, don José seguiría trabajando en el mar enviando sus productos para que su esposa los vendiera en la ciudad y alrededores. En la actualidad don José, se encuentra viviendo nuevamente en Melinka, junto a su esposa y algunos de sus hijos.Y ya hace un par de años que se está alejando de las faenas del mar.


Faena de la Cholga Seca Otras de las prácticas de las cuales tiene conocimiento don Alberto Carimoney, es la cholga seca (Aulacomya ater). Según Ponce, Pastrián y Berríos (2008): “Durante décadas la faena de la Cholga Seca fue la principal fuente de trabajo, para los habitantes del archipiélago de Las Guaitecas. Muchos de ellos se criaron en las islas trabajando la Cholga Seca, con sus Padres y Hermanos”. (Pág. 59). Según Saavedra (2011) la cholga seca (Aulacomya Ater) y el pescado seco podrían considerarse arquetipos de prácticas de reproducción material de la vida social. Prácticas que se transforman y se recrean hasta el día de hoy. "No sólo porque aún existan viejos cholgueros, sino porque en todas las faenas contemporáneas - con excepción de la salmonicultura, que en ciertos aspectos, ha impedido seguir concibiendo la matriz tecnológica local como un continuum- algo del mundo de la deshidratación sigue vivo y se recrea constantemente (…) en realidad hablamos de algo cotidiano y práctico, o para decirlo con Bourdieu, un habitus cholguero que se mantiene –variado obviamente- en algunas comunidades costeras de Aisén" (Saavedra, 2011, p.216) Saavedra (2011) plantea que este tipo de prácticas se encuentran íntimamente relacionadas a las extintas economías canoeras y de esta forma no son ajenas a las actuales. Ya que los canoeros navegaron por estas aéreas por lo menos hasta el siglo XVIII. Donde este tipo de faenas permitía a las familias recorridos extensos en espacio y tiempo. Además la deshidratación, como sistema de conservación resuelve el problema de la putrefacción y permite, por un tiempo más prolongado, la comercialización del producto. "Una familia o en otro caso una cuadrilla cholguera o maderera, chilota lo más probable, podía internarse en el vasto archipiélago por cuatro, cinco, seis meses, un año incluso, instalarse tal vez en algún punto indeterminado, construir las “infraestructuras” básicas para el secado de los peces o los mariscos y procesar en ese lugar. Luego regresar a Chiloé o Melinka o bien “entregar” en alguna costa cercana". (Saavedra, 2011, p.217). En relación a la pesca artesanal, más allá de lo mercantil, según Saavedra (2011), las salidas extractivas o faenas, comprenden un acontecimiento que recrea el sentido de la vida de las comunidades. Considerando el trabajo colectivo, relacionado a las exigencias y riesgos que se imponen. Como plantea el autor, no es simplemente ir a mariscar, ya que se trataría de uno de los momentos más decisivos de la vida comunitaria, materialmente y espiritualmente, siendo allí donde se hace posible su reproducción.


Tejuelero Investigadores Carlos Castillo y Marcelo Sanhueza (2013) comparten que: “El tejueleo como oficio arraigado en el sur de Chile, centró sus orígenes en las primeras explotaciones de los bosques de alerces (Fitzroya cupressoides (Mol.) Johnston.), ocurridas desde los siglos XVII y XVIII en adelante, principalmente en las zonas de Chiloé, Puerto Montt, Osorno y Valdivia. Durante este proceso de explotación, los productos madereros obtenidos del alerce, fueron enviados principalmente a la zona norte del país para la confección de ferrocarriles (durmientes) y construcciones habitacionales (agregar teuelas en construcciones de la zona). En décadas posteriores y con la migración de los trabajadores alerceros hacia el sur del país, el oficio rápidamente se comenzó a expandir y el conocimiento a traspasarse a las generaciones más jóvenes durante las actividades cotidianas de trabajo en el bosque. Este modo de vida (tejueleo) pasó a formar parte de la identidad cultural del individuo y de la comunidad donde estaba inmerso.” (Castillo y Sanhueza,2013) El origen exacto de los primeros tejueleros que llegaron a desempeñar su oficio Aysén, se desconoce. Pese a esto, puede ser atribuida a pobladores que llegaron desde Chiloé y sectores cercanos a Puerto Montt. El “tejueleo” como oficio tradicional llegó para ser transformado y adaptado a las exigencias locales, entre las que destacan diferentes especies, clima y geografía. El amplio conocimiento sobre la explotación y uso de las maderas nativas existentes en su lugar de origen, permitieron al trabajador chilote enfrentar los desafíos con creatividad, y hacer uso de los recursos presentes en la región, para levantar sus viviendas de cobijo, “Cuando surgieron los primeros poblados en Aysén, allí estuvieron, haciendo tejuelas, armando casitas de dos aguas, plantando papas, arvejas, árboles, criando cerdos, recetando curas de hierbas, compartiendo secretos ancestrales y dando sin esperar recibir, que es la marca del ancestro chilote en Aysén y donde quiera que vaya” . Este oficio es parte un trazo relevante con el cual se ha esbozado el perfil de la identidad actual de los aiseninos.” (Castillo y Sanhueza,2013) Leonel Galindo agrega más especificad sobre las tejuelas en Aysén: “Las tejuelas son tablillas de madera de lenga o de coihue, de unos 45 cm de longitud, 1,5 cm de ancho y 1,22 cm de espesor. A diferencia de Chiloé, en los campos de Aisén Continental, no fue de uso común el revestimiento de las superficies exteriores con tejuelas, en su lugar emplearon los tablones dispuestos de manera vertical… En cambio en el litoral y en los pueblos de la costa, al igual que en los poblados de Aisén y Coyhaique sí son comunes los muros revestidos con tejuelas, lo que demuestra el influjo de sus forjadores. (Galindo, 2004).


Tejuelero Para la confección de tejuelas don José nos explica lo siguiente: "Usted corta un palo con la moto, antes a puro hacha, si corta un palo, éste siempre tiene una parte que tiene una cicatriz así, un poco abierto, así que usted tiene que pegarle a ese lado, ahí le va a salir la tejuela bien (…) hay alguno que parten con un machete en V y otros con un cuchillón así no más, yo vi un hombre que se partía mil tejuelas al día (…) tiene que buscar la hebra al palo, hay palos que tienen la hebra encima del cuero por lo menos una pulgada y tiene torcida, entonces los hombres que ya se acostumbraron le saca eso y adentro esta la madera licita, sino tiene mucha maña pa’ hacer la tejuela" En la zona de Melinka, principalmente las tejuelas se elaboran con ciprés de las Guaitecas (Pilgerodendron uviferum), aunque también se utilizan otras maderas nativas, como el canelo (Drimys winteri). "Yo hice tejuela de canelo también, un palo grande que había lo eché abajo y lo empecé hacer tejuelas, pero un lado no más sirve en canelo, un lado no más, no sé si es el lado que llega el viento que queda medio helado… el canelo igual dura si acaso usted lo pinta dura harto tiempo, pero si no lo pinta no dura mucho".


Contexto Cholga seca: Don José, nos indica que llegó a ser jefe de dos cuadrillas de cholgueros, los cuales debían estar en buena condición física para poder llevar a cabo los esfuerzos físicos que implica una faena de este tipo. "Un tiempo estuve muy gordo y ya no tenía agilidad, porque ya el hombre tenía que ser ágil para andar en las piedras" (J. S.). Para la extracción de la cholga se utilizan ganchos de fierro de tres patas amarrado a una vara larga. Primero se identifica el lugar donde se encuentra la cholga y se van enganchando y subiendo las matas de éstas, lo que se denomina trabajar a gancheo. Cuando bajaba la marea se raspaba la cholga con unas paletas de fierro para que se suelte de la piedra y poder llevarlas en canastos de manila (Phormium tenax) a los botes, el cual se traslada al campamento. Fuera del campamento comienza el cocimiento, en tambores de petróleo llenos de cholgas y cubiertos de agua de mar. Se colocaban unos rieles de fierro debajo de los tambores y se prende fuego. Pueden ser hasta tres tambores, la idea es optimizar la leña, al igual que todo recurso que se encuentre disponible. Los tambores se tapan con paños u hojas de nalca para que el vapor quede dentro, confeccionando una gran olla a presión. Ya cocinados los mariscos, los tambores se dan vuelta entre dos personas ya que el peso es demasiado. Se espera que las cholgas se enfríen un poco y se comienza el desconche con un cuchillo. Ya todo desconchado, se traslada al campamento donde se encuentra el fogón, en el cual se ensartan al piso cuatro horcones, que son estacas terminadas en V y sobre éstos unas varas cruzadas que soportaran unas varas trenzadas con matas de coigüe (Nothofagus dombeyi) donde irán las cholgas desconchadas y cocidas para su posterior secado. La idea de las matas de coigüe, es que éstas se den vuelta junto con las cholgas, permitiendo un secado óptimo de éstas sin la necesidad de levantarlas una por una sobre el secador. "Aquí los bancos de cholga están en costa así… se hace un rancho no más miércale y se corta harta leña, si es harta leña, pa’ horear cholga, pa’ cocer la cholga" (J. S.). El fuego debe ser controlado, la idea es que este seque la cholga y no la queme, se
colocan piedras alrededor del fuego, para que la arena no se esparza, ya que servirá para cocer las tortillas al rescoldo. Este proceso en el secador tiene la función de endurecer la cholga, ya cuando esto se logra, se toma el secador entre dos personas y se lleva a un costado del campamento y se da vuelta sobre una lona para que las cholgas no se ensucien con la tierra. Aquí se espera a que enfrié la cholga y con una aguja de cobre de unos 20 centímetros de largo y con un junquillo partido, como hilo, resistente al cual se le puede hacer nudo y no se quiebra se comienzan a formar las sartas que son tiras de junquillo con nueve cholgas. Se ensarta la cholga en la aguja y pasaba al junquillo, para de esta forma hacer la sarta. Cuando ya está toda la cholga ensartada, se reúnen en sartas de cuatro patas cada una, o sea en tiras de juncos para luego colgarlas del uculhue, que es una vara que se coloca sobre el fogón, cerca del techo del campamento, donde se ahumaran las cholgas a través del humo generado por el fuego del fogón que se utiliza para cocinar y calentar el campamento. Aprovechando al máximo la energía. "Se ponen dos trozos de madera que sean gruesos, entonces el tacho se arrima encima y se le hace fuego debajo y la tapa arriba, bien tapado con ropa vieja y de ahí cuando ya está cocido ya se vota no más y se desconcha la cholga y se pone otra en caso tenga más y ya tiene un secador con cuatro horcones y los secadores se los pone encima y se le hace fuego abajo y cuando ya están oreados se vota por los lados y después a ensartarlo, se ensarta y después se cuelga arriba, se ensarta en junquillo, antes ensartaban en quila no más los antiguos, los de Chiloé. De ahí los cuelga uno, decir pone de a veinte sartas, las sartas son de cuatro patas entonces dos por un lado y dos por el otro lado" (J. S.). Cuando ya estaba lista la cholga seca, se comienzan a armar los paquetes de 20 patas o juncos, las que serían cinco sartas de cuatro patas cada una. Se juntan todas, se amarran y se trenzan en la parte superior del paquete, colocando dos amarras en el medio para que no queden sueltas. "Llega hace un rancho, hace un rancho con canutillo, con nylon, cuando ya vino el nylon se hacían ranchos a puro nylon. Y usted llega y hace su rancho con horcones y bueno que sea bien firme. Después se hace el secador que es una cuestión con varas cruzadas así, donde se seca la cholga. Cuando tiene todo listo usted puede sacar la cholga y la deja amontonada ahí, lo empieza a producir y lo cuece (…) antes era puro curanto, traían sus piedras de Chiloé" (J. S.). La cholga seca antiguamente se vendía a comerciantes que llegaban a Melinka, quienes no pagaban un buen precio. Según José el dinero que se pagaba por la cholga seca, alcanzaba solo para sustentarse como dice él.


FUENTES:  Galindo L. (2004). Aisén y su Folclor, Fondo Regional de las Artes y la Cultura, Coyhaique Patagonia Chilena.  Castillo, C. y Sanhueza, M. (2013). Sitio web del proyecto, Tejuelo en Patagonia. http://www.tejueleoenpatagonia.cl/. Consultado el 15 de Julio, 2013.  Ponce, V.; Pastrián, I. y Berrios, G. (2008). Guaitecas: Paso al Sur, Rancagua, Chile, Taller Dos Galeria.  Saavedra, G. (2011). Perspectivas Culturales del Desarrollo en las Costas Australes de Chile: Aproximación antropológica a las persistencias y transformaciones de las economías de pesca artesanal en el litoral de Aysén. Memoria para optar al grado de doctor. Universidad Complutense de Madrid.

  

  • Identificador SIGPA: CI1527
  • Fecha de registro: 22-08-2013
  • Tipo: Cultor individual
  • Género: Masculino
  • Comuna: Guaitecas
  • Region: Aysén del General Carlos Ibáñez del Campo
  • Fallecido (22/03/2019)
Ubicacion