Don Juan de Dios es un destacado maestro artesano en mimbre de la comuna de La Estrella en la región de O’Higgins, aprendió este oficio por tradición familiar y lo ejerce desde los 15 años. Su interés fue tal que a temprana edad ya se ponía a la par de su padre a ayudarle en la confección de productos, de tal forma que poco a poco se fue especializando en la elaboración de muebles y otros artículos que surgía de su creatividad. No son muchos los maestros en mimbre que ejercen este oficio hoy en día, siendo en la comuna de La Estrella el único exponente.

El mimbre es una fibra vegetal que se obtiene de un arbusto de la familia de los sauces (género Salix, principalmente Salix viminalis, pero también Salix fragilis y Salix purpurea) y que se utiliza como tejido para crear muebles, cestos y otros objetos. La duración del cultivo lleva doce meses y se debe recoger en luna menguante, ya que en luna creciente esta se apolilla. Se planta en una estaquilla a una distancia de 45 centímetros entre planta y se debe regar con frecuencia.

La recolección del mimbre tiene un proceso especial en donde se corta, se seca, se pela y se selecciona por tamaño. Es un trabajo que hace que las manos se estropeen, los dedos se corten y se llenen de cayos, por lo que es un material que solo los expertos saben trabajar. Todo esto para hacer –por ejemplo– una pequeña panera de mimbre, que tendrá atrás un valor de mucho trabajo que en su dimensión no se valora.

La funcionalidad de las cestas de mimbre se asocia a las tareas de transporte. Dentro del ámbito rural y agrícola, el mimbre es un material ligero y al mismo tiempo robusto, además de ser liviano, resistente, durable, inoxidable, reparable y un recurso renovable, cualidades que lo convierten en una opción ideal y poco costosa para artículos que serán movidos a menudo. Sin embargo el oficio de mimbrero se ha convertido en otro más en vías de extinción, pero sus artesanos no se resignan a que desaparezca la sabiduría que heredaron de sus antepasados.

Este oficio, herencia directa de los pueblos originarios de nuestro país, fue muy importante durante el siglo XIX. Antiguamente las piezas de mimbraría eran vendidas por los lugares aledaños, pero hoy es difícil encontrar quien compre estos objetos. Muchas veces sucede que solo las casas de decoración valorizan este tipo de trabajo, comprándolo para luego revender.

No corren buenos tiempos para los artesanos del mimbre. El abandono de la agricultura y ganadería, la aparición del plástico y la importación de estos objetos de países asiáticos, ha ido sustituyendo los productos artesanales por industriales, relegando los trabajos en mimbre a una mera función ornamental.

Actualmente Don Juan de Dios realiza este oficio de manera ocasional, pues a causa de la baja venta de los productos de este material debe buscar ingresos en otras labores para la mantención de su familia. A pesar de todo, el ama este oficio y su interés es que esta tradición no se pierda en la comuna. Es así que para cumplir con este objetivo, ha realizado talleres para traspasar su oficio a otras generaciones, inquietud que siempre tuvo, puesto que no tiene hijos que puedan heredar su oficio.