Soy organillera, hace 5-7 años aproximadamente, me enseñó mi pareja, entré al oficio por familia por un tema de necesidad y para estar más juntos también, pues esto da mara estar más en familia, salir, viajar aclanados. Primero había un organillo arrendado en la casa, igual había un temor de no echarlo a perder, después compramos uno de origen español, pero es distinto, suena distinto, ahí empecé a meterme en el rubro del organillo y a conocer un poco más, siempre lo acompañé a todos lados, antes hacía la típica juguetería, remolino, chicharra, le ayudaba a preparar el material y a subir las cosas para transportarlas, ahora que ya tenemos organillos cada uno trabaja por su lado. Empecé a tocar el organillo para las Fiestas Patrias, como es esas fechas es full pega yo tocaba el organillo y el con el bombo y de ahí ya comencé a salir los fines de semana o ir a un cumpleaños, cosas así, de ahí se sumó mi hija que trabaja ocasionalmente y se convirtió en una cosa familiar, además que para el verano se viaja, se trabaja, se disfruta y se comparte.

Siempre nos preguntan por el loro y explicamos que es parte de la familia, tiene veterinario, cumple su función en el oficio, saca el papelito y se mantiene la tradición. Tenemos un organillo clásico de 16 pitos, de cilindro que tiene una especie de clavitos que los va leyendo al girar la manivela, cada organillo de ese tipo tiene 8 melodías, cuecas, foxtrot, tonadas, tangos y valses. Le he transmitido a mis hijas estos conocimientos, ambas tocan el organillo. En colegios he podido mostrar cómo funciona el sistema.