Comencé a los 20 años con María Toledo, organillera de tradición, mi función era ser ayudante, juguetera, ayudaba a cargar, descargar el organillo, los remolinos, los juguetitos, fabriqué hartos remolinos. Sé que el organillo es un instrumento a base de viento, o aire, que tiene un rodillo con la música, tiene un fuelle que le da la fuerza con la manivela, tiene ocho melodías, hay algunos que traen más y hay que tocarlo al ritmo de la música. Para mí es muy gratificante ser organillera, me llena el corazón cada vez que salgo a trabajar, a la gente le gusta, a los niños, los adultos que se emocionan alver un organillero en la calle recuerdan su infancia y eso no quiero que se pierda, seguir siendo organillera hasta viejita.