Antecedentes biográficos:

La Sra. Verónica Rodríguez inició sus aproximaciones a Cuasimodo observando la corrida de Conchalí, la cual, cuando ella era niña, acaparaba esa comuna, Huechuraba, Independencia y Recoleta, con la parroquia de Las Mercedes (en avenida El Salto) como centro neurálgico. Su madre era cuasimodista, adscribiéndose a un tipo de feligrés que en esta festividad se presenta de manera masiva: ella participaba con gran dedicación en las celebraciones de Jesús Resucitado, sin embargo, durante el año no era parte de la parroquia ni asistía con regularidad a misa, concentrando sus ímpetus católicos en Cuasimodo. Para su sentir religioso, era en esta etapa del calendario litúrgico donde ella debía estar presente. En esa época, según recuerdos de doña Verónica, la corrida de Conchalí estaba integrada sólo por adultos, por lo cual su mamá acudía al evento acompañada por sus hermanos mayores pudiendo la pequeña sólo observar el Cuasimodo en la parroquia al momento de partida y llegada de la caravana. Su memoria grafica vívidamente lo ordenado da la caravana en la salida a diferencia del arribo, donde los grupos se presentaban amontonados, a caballo suelto, haciendo “topeaduras” con los animales, galopando; todo lo cual era permitido por los caminos de tierra.

Pasaron los años y una joven Sra. Verónica, ya casada, cambió su domicilio a un sector de avenida El Salto por donde pasaba la columna conchalina de Cuasimodo en todo su esplendor, con gran cantidad de jinetes, carros y colores que agrupaba una de las corridas más importantes de la zona norte de la capital. Desde su casa, año a año, observaba el hermoso espectáculo acompañada de sus pequeños hijos. Un tiempo después ella y su familia debieron emigrar a Batuco. Ya instalados, un día su marido le comentó como anécdota que desde el microbús había divisado en una parcela de la localidad la reunión de un grupo bastante peculiar, que portaba banderas blancas con amarillo. De inmediato ella asoció los colores a Cuasimodo y decidió acercarse a la agrupación para informarse acercarse de su actividad y eventualmente enrolarse. La organización local de Batuco, habiendo pertenecido históricamente al gran Cuasimodo de Lampa (Batuco es parte de esa comuna), fechado, al menos, desde 1857 (Prado, 2010: 22), se encontraba por esos años en un proceso emancipatorio al haber anexado una gran cantidad de población y fundarse una parroquia específica para la localidad, siendo necesario y posible largar la corrida por sí solos.

Al corto plazo Doña Verónica estaba participando activamente en la organización de la festividad batucana y corriendo todos los años junto a su esposo y tres de sus cuatro hijos. Su aporte en el área organizacional, como dirigenta, comenzó a profundizarse una vez que fue nombrada como delegada ante la Asociación Nacional (fundada en 1975) en 1997, agrupación a la cual se había afiliado en 1995 el nuevo Cuasimodo batucano, rol que cumplió en compañía de dos delegados más y el presidente durante cuatro años. Después de casi un lustro de participación en la Asociación y habiendo quedado de manifiesto sus habilidades como dirigenta, se le solicitó ser parte de la directiva del grupo nacional, desafío que asumió por ocho años en el puesto de secretaria, el cual tuvo que abandonar por problemas personales que le requerían gran tiempo alejándose de la Asociación Nacional por dos años durante los cuales siguió participando de la corrida de Batuco. Terminada la pausa, volvió a su puesto de secretaria hasta que el año pasado se le propuso tomar la presidencia de la asociación cuasimodista más importante de Chile, cargo que ostenta hasta el día de hoy.

La experiencia de doña Verónica en la Asociación ha sido dulce y agraz, de sacrificio, de crecimiento personal y de enorme gratificación por los logros conseguidos. Inmersa en la complejidad de sus cargos y debiendo desenvolverse en un contexto tradicionalmente