Fue en el año 2002, cuando participando de un encuentro de adultos mayores en la comuna de El Monte, en un paseo se comenzó a formar el grupo en que actualmente se llama Surcadores de la Amistad, donde gran parte de las canciones las compone la Sra. Olga Álvarez Carreño.
Las melodías que se entonan hacen referencia a El Monte, su gente y vivencias de la comuna, como además de la misma autora. También interpretan música tradicional campesina, como cuecas y tonadas.
Se trata de una manifestación que es convocada por sus propios miembros, quienes se reúnen a ensayar. Son convocados además de otros sectores, como municipal, privados, educativos o recreaciones, para amenizar las fiestas y celebraciones locales.
El Municipio local ha involucrado por medio de sus programas de adulto mayor y desarrollo comunal al folclor, con buenos resultados hasta el anterior gobierno local. El actual (2008-2012) ha desvinculado los espacios donde podían desarrollarse el cultivo de las tradiciones locales, dando menor cabida al folclor y la música tradicional. Sin embargo sigue siendo una entidad fundamental en el desarrollo y difusión de este arte.
Este tipo de manifestación se realiza a lo largo del territorio campesino de la zona central-norte de Chile, indistintamente de su condición geográfica.
Su principal desarrollo y expresión, actualmente, es durante los ensayos que tiene con el grupo folclórico y cuando se realizan festivales y presentaciones.
La muerte de algunos miembros, ha desintegrado en parte el grupo, como así mismo la incapacidad de ellos de tocar instrumentos o poder cantar, hace que este grupo vaya envejeciendo.

Agrupación de distintos miembros hombres y mujeres los que comparten la tarea de interpretar piezas musicales de distintos autores o propias de un integrante del grupo, acompañándola de distintos instrumentos típicos del folclor chileno como lo son el pandero, el arpa, el rabel y la guitarra.
Las agrupaciones folclóricas han estado presentes a lo largo de la historia del siglo XX chileno, y en mayor medida desde mediados de la década de 1950, con el resurgimiento del canto campesino, las tradiciones y el rescate del folclore. Las distintas agrupaciones han servido permanentemente de guardadores de la memoria popular y tradicional de Chile. Ellas han sido conservadoras y difusoras de un patrimonio cultural inmaterial que se ha puesto en valor por la asociación de sus miembros y las múltiples funciones que desarrollan.