Lo primero que aprendí y conocí fue el canto a lo divino de versos aprendidos por mi papá. Mi papá a la noche, a la orilla del fogón, se ponía a cantar versos. Él se llamaba José Luis Muñoz. Venía de los alrededores de Santiago, vivió en varias comunas. Y mi abuelo se llamaba Aurelio Muñoz Solís. Mi papá era muy bueno para cantar cuecas; tenía cuecas por varias cosas, por Curacaví, por ejemplo, que era donde vivíamos.

Con mi papá conocía la guitarra traspuesta. Ahí yo conocí ese canto, ese toquido. Lo primero que conocí eso: el verso, la melodía y los toquidos de la guitarra traspuesta. Mi abuelo, por parte de mi mamá, también era cantor a lo divino: Víctor Aguilera Alarcón.

Pero, en realidad, yo aprendí concretamente de don Víctor Alvarado. Yo no sabía que eran décimas, pero sí me atraían las rimas. Eran como las tablas de multiplicar. Me gustaban a mí los versos, y me los aprendí al tiro. Una vez que vi una décima escrita, y le vi la rima…conocí lo que era la décima. Y después escuché por Violeta Parra que eran décimas. La autobiografía en décimas fue la que me guio. 

Cuando fui aprendiendo cometí hartas pifias porque no conocía la estructura de la décima. No sabía el octosílabo, por ejemplo. Yo partí con esa gente; pero después me compré la biblia del pueblo, y empecé a escribir los míos en los años 80. Entonces, escribía mis versos, pero también decía versos de prestado. De Abel Fuenzalida, de Gajardo, de muchos cultores. Me faltaba repertorio, entonces me tenía que sacar versos pa’ la rutina cuando me invitaban a las peñas folclóricas acá en Valparaíso. Me he paseado por todas las carreras. Entonces, como me invitaban a todos lados tenía que tener versos por todo. Y eso debe hacer el poeta popular: tiene que tener versos por todo. 

Saber todas estas cosas es saber sobre mi identidad, no más. Yo acepto todo lo de afuera, pero primero mi cultura. De los hitos que me marcaron fue el derrocamiento de Allende, eso me incentivó a escribir crónicas políticas.

Mi función siento que es ir contando la historia en décimas, en verso. Tengo libros que he escrito que muestran eso: “Con pelos y señales”, este muestra la transición a la democracia. “Arrastrando el poncho”, cuando empieza la corrupción en el periodo de la democracia.