Pertenece a una amplia familia de alfareras, aprendió de su madre Juana Carrizo Vielma y de su abuela Orfelina Vielma. Ha trabajado la alfarería desde los 15 años, siendo su principal sustento económico. Elabora piezas utilitarias como ollas, platos, vajillas completas, azafates tapados, tiene como compradores a diversos restaurantes y negocios.
Trabaja todo el proceso de la alfarería: recoger, remojar, pisar, despulgar (quitar partículas para que la greda sea homogénea). Cada pieza es única ya que está hecha a mano con procesos como el pulido, bruñido, secado, y cocido, en este último paso cuenta con el apoyo de su marido.
Ha enseñado en su taller localizado en la comuna de Portezuelo, principalmente a su hijo que maneja el pulido, mientras su hija menor crea piezas.
"Antes recogíamos la greda a la orilla del camino , ahora compramos porque no es tanto el acceso, me gusta mucho trabajar la greda, me relaja, me hace feliz, trabajo por necesidad y porque me gusta, me gusta crear y me siento feliz cuando la pieza sale bien, es satisfactorio para mi. Realizo todos los pasos de la alfarería."
Pertenece a la asociación Comité de Alfareras de Quinchamalí.
Fue reconocida como Tesoro Humano Vivo 2019 Alfareras de Quinchamalí y Santa Cruz de Cuca