Don Fermín Lepío Lepío, nació un día 12 de abril de 1937, en la localidad de Quellón, Isla Grande de Chiloé. Llegó de seis meses al sector de Repollal, caserío ubicado a 15 kilómetros de Melinka, en este lugar vivió gran parte de su vida, teniendo en cuenta que, en la actualidad tiene 76 años y llegó hace 30 a vivir en la isla. Los padres de Don Fermín, específicamente llegaron a un sector llamado El Conchal, el cual se ubica frente a Repollal.
"Cuando salieron de Quellón, aquí Melinka no era nada todavía, habían unas cinco, seis casitas (…) los mayores míos fueron los primeros fundadores" (F. L.).
Don Fermín Lepío, se casó en Repollal y junto a su esposa tuvieron ocho hijos, cinco hombres y tres mujeres. A los cuales crió en base al trabajo en el mar, trabajo que ha llevado a cabo toda su vida, en faenas como la pesca, cholga (Aulacomya ater), pescado seco y la explotación del ciprés de Las Guaitecas (Pilgerodendron uviferum).
"He corrido buenos vientos, cuando era viajero era aparejao’ haciendo mi embarcación (…) así yo pase mi vida pa’ que crezca mi familia, puro viaje no más… un mes, dos meses, tres meses andaba a veces, trabajando por abajo" (F. L.).
"En la madera estuvimos una vez, estuvimos dos veces pa’ bajo en Las Guaitecas, trabajando en madera, estacones (…) en esos años habían patrones. Se compró mucho en ese tiempo la madera, hasta la gente de Chiloé vino por abajo, a trabajar (…) se reunía miles y miles de piezas de madera, con veinte, treinta o cien mil piezas, si era una temporada entera, empezaba de octubre noviembre diciembre, enero, febrero, hasta marzo se dejaba el trabajo de madera y de ahí, venía el trabajo de cholga o pesca, todo el invierno se pescaba y se cholgueaba … venía el verano a la madera, así fue mi vida aquí en Melinka ahora cambio al cien por ciento, como era la vida, la gente trabaja más desahogadamente, con el erizo, la luga que le dicen" (F. L).
Contexto:
Tamayo, en su libro Las Vetas de un Saber Mestizo, comenta: “La zona comprendida entre el actual Puerto Montt y las Islas Guaitecas, y entre la Cordillera de los Andes y el Océano Pacífico, es llamada el Gran Chiloé. (…) Las riquezas del mar y el refugio del bosque posibilitan la ocupación a diversos grupos, con tecnología y rasgos culturales distintivos. (…) Islas, fiordos, archipiélagos y cruces cordilleranos, lagos y ríos, fueron zona de movilidad y asentamiento de antiguos cazadores recolectores, con fuerte dependencia marina. En el mismo texto dice “Se deduce que posiblemente los grupos williches son los herederos de aquellas primeras poblaciones. Se plantea que estos grupos se vinculan con la cultura de la madera, en referencia al uso primordial de este elemento en su cultura material: viviendas, artes de pesca, armas de caza y herramientas. Esta cultura será fundamental para la adaptación y domesticación del hábitat marítimo, ya que permite crear las primeras embarcaciones (Álvarez 2002). La trascendencia cultural de la madera y la confección de embarcaciones comienza miles de años atrás, y serán determinantes en las sociedades costeras” (Pág. 12-14).
Según Tamayo, (2011). “Abundaron las pequeñas embarcaciones (dalcas, botes a remos, chalupas, lanchas, chalupón chilote). Las goletas o veleros, de dos mástiles, de gran tonelaje y para largos viajes, fueron fabricadas solamente en ciertos lugares, allí donde existían las condiciones para la instalación de
Práctica:
Don Fermín Lepío, aún conserva la manifestación de la navegación en chalupa a vela, práctica que aprendió de su padre y como nos comenta "a puro aparejo nos crecimos". Es uno de los únicos en Melinka, junto a un vecino, que aunque tiene motor aprovecha los vientos, como una forma de ahorrar combustible. "Si yo cuando tengo que ir para abajo, por ahí aparejo mi chalupa, pero también ocupo mi motor, como tiene un motorcito mi chalupa (…) A veces voy a la pesca a la leña voy, tengo mis remos (…) a veces por verano llevamos el aparejo porque cuando el viento le da bien (…) en la tarde llegan esos weste y ponemos la vela mejor, el motor a esa hora descansa y ahorramos bencina, bencina cara, mil pesos vale un litro de bencina aquí (…) con un buen viento corre igual que un motor la embarcación" (F. L.).
"Yo me crecí andando a pura vela no más, hasta ahora que estoy en edad. Cuando empecé, era puro remo y vela no más (…) Casi toda la gente fue de velero, allá arriba (Repollal) era pura vela no más, vela y remo" (F. L.).
La vela es parte del aparejo de una embarcación, el cual es el conjunto de palos, velas, cables y cabos que mantienen firme los mástiles, los cuales permiten poner en movimiento la chalupa. La chalupa utilizaba dos velas, una es la vela grande y el foque que va en la proa o parte delantera de la embarcación. El timón era de madera, de un peso proporcional a la chalupa y que permitiera que éste se mantuviera en el agua para no levantarse. Tanto la proa como la popa, terminan en punta, lo que permite una navegación más rápida.
Cuando las chalupas de Don Fermín tienen alguna avería el mismo las repara y como nos indica, "cuando me faltan tablas, cualquier cosa a mi bote, lo arreglo solo". Práctica que en la actualidad lleva a cabo solo para él, ya que el peso de los años no le permite trabajar haciendo demasiada fuerza.
Para poder navegar en la chalupa a vela se depende de los vientos para zarpar, tener el viento a favor o el viento de costado, que también permite navegar. La idea es aprovechar de la forma más eficiente los vientos, por lo que se busca la mejor posición de la vela y se atrinca o se sujeta.
Cuando el viento juega en contra, se debe bordear las embarcaciones, lo que quiere decir que se debía navegar de costado, en zig-zag, lentamente llegando al lugar objetivo. Cuando hay demasiado viento es necesario bajar la vela grande, pero el foque se mantiene, el cual sólo sirve para navegar de costado, ya que éste es fijo y sólo se ocupa para la bordeá. En el caso de que no existiera viento, se hace necesario utilizar los remos. "Usted el viento que le viene a proa ya no puede seguir a vela (…) una vez que viene el viento a proa ya no puede navegar, se tienen que bajar, pescar sus remos y buscar tierra según la parte que este, buscar un puerto" (F. L.).
Se considera que es peligroso manejar una embarcación a vela, ya que esta es fácil que se dé vuelta, si es tripulada por personas sin el conocimiento previo de los vientos y mareas. "Tengo pasado buenos atracaderos, una vez cruzamos … treinta millas afuera de aquí esta isla afuera al océano, íbamos a trabajar a esas islas, tengo corrido un temporal muy feo, ese día nosotros no esperábamos un sur westazo, nosotros traíamos una aparejo nuevo y chalupa nueva igual, chalupa grande y vino ese temporal de por abajo, después embarcamos todo el aparejo adentro porque la chalupa tomaba mucha carrera con aparejo, a puro foque no más, tremendo temporal, nos pescó ese día, ese a nosotros nos cubría enteritos, ese golfo. Pero pasamos si po’ " (F. L.).
Aproximadamente hace treinta años, que se ha perdido éste tipo de navegación. Desde que comenzaron faenas como la del loco, donde se ganó mayor dinero, lo que permitió comprar embarcaciones nuevas con motor, olvidando la antigua chalupa a vela. Lo que se complementó con la escasez de cholga y pescado seco, generando que los compradores de ese producto dejaran de visitar la isla. La chalupa en la actualidad, se sigue utilizando, pero en menor medida la navegación a vela ya que a la chalupa se le adapta un motor. "Ni tienen bote acá, la gente ahora toda andan en vehículo ahora que hay carretera (camino a Repollal), antes no, antes de haber carretera se andaba en puro bote (…) eso ya se perdió ya (la navegación) ya no hay pescador, no hay cholguero, no hay nada, puro trabajo de erizo no más" (F. L.).
En tiempos de escasez en el archipiélago de Las Guaitecas, los pescadores debían recorrer grandes distancias en busca de los bancos de cholgas, y como nos comenta don Fermín podían hacer viajes desde Melinka hasta la Laguna San Rafael, travesía que llevó a cabo el año 1986 y tuvo una duración de cinco meses, en cual participaron cinco chalupas a vela de Melinka, con sus pilotos correspondientes. "Estuvimos afuera del faro Raper, había mucha cholga si po’, ahora no pasa ninguno por ahí po’ (…) todos esos viajes a remo y vela pa’ bajo (…) hicimos rancha, hicimos una casa grande, techo de canutillo, una casa grande ahí" (F. L.).
Un segundo viaje con chalupa a vela hacía la laguna San Rafael, lo realiza durante el verano del año 1988, contratado por la Operación Raleigh, quienes buscaron a don Fermín para que los guiara, como éste ya había hecho el viaje anteriormente. Ahí ya viajaron sólo a la Laguna San Rafael, con una duración de un mes, ida y vuelta. "Yo anduve en la laguna San Rafael con la Operación Raleigh, anduve dos veces y la primera vez cuando conocí la laguna, estuvimos trabajando la cholga afuera, a Raper (faro) (…) por el Itsmo de Ofquí donde los gobiernos más antiguos quisieron cortar ese paso, pero no lo hicieron nunca" (F. L.).
FUENTES:
- Tamayo Quilodrán, M. (2011). Las Vetas de un Saber Mestizo: Maestros de Ribera de Hualaihué. Santiago, Chile, Kultrún Ediciones