Con los Madariagas fue la primera vez en que aprendí esto, fue como en el año 2015. Recuerdo que esa vez venía de Olmué y pasamos a Casablanca, ahí vi un letrero de un taller-encuentro, y me interesó; pero me quedaba lejos. Luego supe de un taller en Algarrobo, y asistí. Con ellos aprendí todo lo que sé, aunque también asistí a algún taller cortito realizado por José Luis Suárez y Maritza Torres en San Antonio, de ahí recuerdo que salió un libro de décimas. 

Pero mira, recordando, yo supe mucho después que mi papá y mi abuelita eran cantores. Mi abuelita era cantora de rodeo y mi papá tañaba su guitarra. Esto lo supe después que mi papá murió. Él sabía trasponer la guitarra. Luego también supe que mis tíos y mi mamá eran decimistas, que se saben versos de memoria.

Para mi saber todas estas cosas es como volver a mis raíces; estar conectados con las cosas de la vida, de mis ancestros. Tengo un remordimiento de porqué no aprendí con mi papá todo esto, porqué no le puse mayor atención.

Me considero como una aprendiz de poeta popular, porque sé que tengo muchas fallas en la elaboración de mis versos al ser muy acelerada al escribir, sin reparar mucho en esto. Me gusta sentirme como juglar, poder relatar la historia a través de décimas. Hoy en día estoy haciendo tonadas, cuecas y corridos, también. A la vez estoy escribiendo la historia antigua de Playas Blancas, ahí estoy con el profe Luis Tapia aprendiendo a tocar la guitarra para mostrar estas composiciones.

Magaly Valdivia Ibar es monitora de Taboguin, un conjunto florklore, escribió un libro de décimas y poesías, titulado "Entre el Puerto y el Canto", y difunde este arte en distintas partes.