Nació y se crio en Lo Valdivia. Tiene alrededor de 62 años como salinero, y cuenta que aprendió mirando. “Los hermanos trabajaban aquí y yo les iba aprendiendo”. En esos entonces trabajaba en las salinas Pangalí. Actualmente es salinero independiente “arriendo las salinas que tengo por año según la cosecha. Se hace un trato personal con el dueño.”
Sobre el antiguo sistema de trabajo cuenta que “compraban los sacos y pagaba la sal después de venderla. Entre medio nos daba harina, grasa, azúcar, porotos, papas, nos mantenía pero a pausa, comiendo para no morirnos.”
Actualmente existe una mayor organización para la venta, hace algunos años instalaron un kiosco para llegar de manera más directa a los visitantes compradores. Este ha sido un cambio importante en relación a la forma y magnitud de venta, ya que cuenta que “Antes la compraban por camionada: las lecherías, las panaderías, etc. Está bastante mejor ahora, sobre todo en el pecio, porque le entramos a modernizar (…) Lo que no vendo en la cosecha, lo guardo en bodega, lo que se saca se vende al turismo. Ahí es donde más se vende.”
El nivel de producción es relativo y depende en buena medida de las condiciones climáticas “Si tengo un cuadrito lleno de sal cuajando, en un día bueno puedo sacar hasta 10 sacos. Pero si me toca un día malo, puedo perderlo todo. Es importante tener todo eso en cuenta.”
Dentro de su familia conocen el oficio su padre Eduardo Valenzuela Pastene, sus hermanos y sus abuelos maternos y paternos.