Juan Domingo Pérez Ibarra
Pirque, Metropolitana de Santiago

De su niñez el maestro Juan Pérez se interesó por el canto, principalmente por el contacto directo que tuvo con los cultores más importantes de Pirque. Santos Rubio era su amigo, recuerda con mucho cariño los momentos y experiencias que vivieron en su casa de Santa Rita. Salvador Cornejo era otro de sus vecinos, un destacado guitarronero de la comuna.

A los treces años aprendió a tocar guitarra pero no fue hasta los 21 años -después de casado- cuando comenzó regularmente con el canto. Uno de sus primeros recuerdos con el canto a lo divino proviene de su adolescencia, cuando desarrolló su amistad con Don Osvaldo el Chosto Ulloa y vivió los velorios a los angelitos cantando con su padre, el célebre guitarronero pircano Manuel Ulloa.

Uno de los principales maestros que tuvo fue don Santos Rubio quien le enseño a componer versos. Aprender a escribir décimas fue algo decisivo, pues se le abrió otro mundo. Ya había comenzado a cantar, los primeros versos que canto a lo divino fueron los de su vecino Salvador Cornejo pues su esposa, la señora Toña le prestó su cuaderno lleno de versos (Mercado, 2007).

En aquella época, cuando comenzó a escribir sus primeros versos, se dio cuenta que los versos de los guitarroneros estaban cargados de un lenguaje particular y singular de Pirque, versos “enlatinados” y campesinos. Los versos “enlatinados” eran sacados de relatos o palabras de las misas, de adaptaciones al lenguaje utilizado por los curas.

Igualmente, destaca que en la familia de su esposa todos estaban relacionados con el canto religioso, esta situación influyó positivamente en su desarrollo como cantor en la iglesia y preparación como ministro de comunión.

Ya en la década de los ochenta fue cuando comenzó a participar de los encuentros de cantores, ahí conoció a más de 80 poetas y cantores de todo la zona central.

Recuerda que el aprendizaje con don Santos Rubio fue bien particular, pues paradójicamente, en esos primeros años de cantor, él enseña a cantar y paralelamente, don Santos Rubios le enseña a él a escribir versos. Se juntaban a cantar con varios cantores, en ese contexto, Santos Rubio llegó a enseñarle hasta a payar; un día domingo estuvo todo el día con él, pasaban noches practicando.

Don Juan Pérez nos comenta su aprendizaje de las melodías o entonaciones en el guitarrón. La mágica, la Rosa del Romero, la principalina y la repetida, fueron las primeras melodías donde él podía practicar bien la octosílaba, porque marcan justo los tiempos. En cambio, las otras melodías son más bien “apoetizadas”, mucho más difíciles de aprender.

Uno de los hitos que lo marcó fue representar a los cantores a lo divino y cantar para el Papa Juan Pablo II en la bienvenida que en 1987 le brindó la iglesia chilena en Andacollo, región de Coquimbo.

Ahora, respecto a los temas o fundados del canto a lo divino, don Juan Pérez sostiene con firmeza que lo más grande e importante son los versos por padecimiento, puesto que no hay nada que se compare con la importancia que tiene el padecimiento, a su juicio, ahí se expresa el sentimiento más grande de amor que hizo Jesús para su pueblo: “Es lo más grande que ha existido, existe y existirá, como el milagro más grande de amor”.

Interpreta una gran variedad de instrumentos entre los que se destacan el rabel, guitarrón, guitarra traspuesta, vihuela, salterio, entre otros.

 

Ubicacion
Fotografías