Han pasado como 8 años desde que aprendí esto. De niña conocía del Canto a lo Divino, pero muy poquito. Como pertenezco a un grupo folclórico acá en el Totoral, conocí a Víctor Rojas; él estaba asistiendo a un taller con los profesores Madariagas allá en Algarrobo, y él me invitó para ir al taller. Desde entonces participé en el taller en Algarrobo, Las Cruces. Ahora con el asunto de la pandemia no he podido ir a más talleres. 

Yo aprendí a afinar la guitarra traspuesta en “Común por dos”. Sé varias melodías del Canto a lo Poeta: “La común”, “La tarifeña”, eso es lo que sabemos; ahí es porque entre todos construimos décimas. Estos conocimientos se los he compartido a mis niñas, a mis hijas. Hemos ido a Olmué a cantar; también hemos ido a la virgen de La Merced en El Totoral; también hemos ido a encuentros para lados de “El Convento” en Santo Domingo. Ahí los cantores hacen las ruedas y hacen sus décimas, como libres porque como íbamos como taller los cantores no se ponían tan estrictos para la rueda. 

Se aprende de las tradiciones, esto me llega al corazón, me pone feliz cuando voy a los talleres. Me gusta saber sobre esto porque son cosas que se van perdiendo, porque son cosas que se van perdiendo. Es necesario hacer perdurar esta tradición, porque hoy en día como los jóvenes están tan acelerados no están mirando estas cosas. 

Esto es como una pasión, que nace del alma. Aquí uno se inspira en algo, siente emoción. Bueno, yo soy un poco así, me da un poco de alegría al poder aprender, a pesar de que a veces me frustro un poco al no poder hacer más cosas como mis compañeros.