Tradición de Fiscales de la cultura chilota

Los fiscales son adultos escogidos por el párroco para que en su ausencia reúna a la comunidad para orar, administre el bautismo, asista a los moribundos, cuide del cementerio y en la colaboración con el patrono, mantenga convenientemente el templo. Esta responsabilidad la cumplen hasta su vejez o fallecimiento; para la cual son adoctrinados por sus pares o antecesores, junto a la formación que le entrega la iglesia; por tanto, son integrantes de la comunidad, personas humildes que se destacan por su liderazgo, sabiduría y vida ejemplar.

El amomaricamañ, hoy fiscal, nace en el siglo XVII con la evangelización jesuita de la zona de Chiloé. Por ser un vasto territorio y de difícil acceso, forman a los nativos más fieles para ser sus ayudantes en la labor evangelizadora. Los fiscales eran los responsables de liturgias y roles de animación comunitaria propias de la religiosidad chilota. Actualmente siguen siendo la autoridad y guía espiritual de cada poblado e isla, además de responsables de coordinar actividades religiosas como procesiones, gozos, velorios, novenas y algunos sacramentos.

“El español que venía evangelizando fue muy astuto y evangelizó a las cabezas de las comunidades indígenas, que eran en ese tiempo y todavía se mantienen los lonkos. A esa figura simplemente se le cambió el nombre y se le dio muchas responsabilidades y garantías, la responsabilidad de ser un fiscal” (Manuel Vera Millaquén)

  • Identificador SIGPA: E3130
  • Folio: 2017_008
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