Inició su trabajo en alfarería a los doce años, aprendiendo el oficio de Pabla Carrasco (Hermana mayor) y Martina Figueroa (Tía). Realizó taller en Caritas relacionado a su oficio, practicando ésta actividad durante 45 años y traspasando sus conocimientos a sus nietos Yasmin Sepúlveda y Héctor Ramírez, actualmente se encuentra activa en el oficio.
Es parte de la Unión de Artesanos de Quinchamalí, reconocida como Tesoro Humano Vivo en 2014