Aprendió a trabajar la greda a los 20 años mirando el trabajo que realizaba su madre, la alfarera Rosa Caro, pero se perfeccionó más con su cuñada Josefina Osorio. También participó en talleres aprendiendo a hacer ollas, traspasó su oficio a su hija Sandra Osorio.
Dominó todos los pasos de la alfarería a excepción del molido, elaborando piezas utilitarias como vasos, champañeras, sartenes, ollas, callanas y pailas
Pertenece a la agrupación Comité de Alfareras de Quinchamalí.
Fue nombrada Tesoro Humano Vivo 2019 Alfareras de Quinchamalí y Santa Cruz de Cuca