Las familias del borde costero de la región de Antofagasta han heredado un conjunto de conocimientos y técnicas por medio de sus abuelos y padres para aprender a recolectar algas y animales marinos y pescar artesanalmente de forma respetuosa con el medio ambiente, permitiendo el desarrollo de sus vidas en un territorio que se caracteriza por la ausencia de desembocaduras de ríos al mar.
Esta tradición incluye conocer los ciclos del mar, los tiempos de recolección y pesca de la naturaleza local, las corrientes marinas, reconocer la presencia de especies y poder realizar su pesca o recolección aplicando técnicas específicas por cada una. Entre estas especies están los pulpos, jaibas, albacora, anemonas (“potos”) o mariscos de orilla, pero también ejemplares algas, como los huiros, de los cuales se debe manejar cuidadosamente su sostenibilidad, cuidando sus ecosistemas para no depredarlos y preparar todo lo recogido del mar para que se preserve y pueda permitir la alimentación de las familias costeras.
Las personas de la recolección y pesca artesanal de las caletas de Antofagasta se sienten parte de una misma cultura que reconoce en el mar su centro de vida, compartiendo asentamientos similares al habitar en caletas del borde costero entre el río Loa (límite norte) y río Salado (en el sur), lo que implica que existan ecosistemas marinos con características especiales, donde se pueden identificar las caletas Cifuncho, Paposo, Coloso, Abtao, Chirría, Hornitos, Guala Guala, Cobija, Paquica y Punta Arenas.
La herencia ha sido aprendida principalmente por vía familiar y se fortalece en el intercambio comunitario de cada localidad, lo que les otorga una identidad vinculada a la tierra costera, de la cual se sienten orgullosas y orgullosos porque les ha permitido tener una buena calidad de vida y mantener a sus familias en un ritmo distinto al urbano.