Técnicas y saberes asociados a la práctica arriera y criancera de la cordillera de Antuco

En un lugar cordillerano de comuna de Antuco, en la región del Biobío, el frío, los fuertes vientos, la cordillera, la flora y la fauna brindan gran parte de la identidad de una comunidad de personas que realizan una actividad ancestral: la práctica arriera y criancera.

Esta actividad tiene sus orígenes hace cientos de años, desde la trashumancia de los primeros grupos humanos que, bajo diferentes condiciones como las características de sus suelos de origen volcánico inservible para la agricultura, vieron en la ganadería de baja escala el oficio que les permitiera sobrevivir en estos parajes a lo largo de la historia, como una manera de sustentar el alimento para la familia; es así como el ganado era llevado por el arriero hacia zonas cordilleranas en búsqueda de mejor alimento en épocas de calor.

La práctica arriera es, en palabras simples, “mover al ganado de un lugar a otro en búsqueda de alimento”. Este movimiento, específicamente de bovinos, ovinos y caprinos, se realiza en los meses de verano, época en que los arrieros suben hacia parajes cordilleranos denominados veranadas, compuestas por miles de hectáreas donde se trasladan los animales a alimentarse de mejor forraje para su posterior comercio o consumo propio.

Resultado de la constante interacción con la naturaleza, los arrieros a lo largo de los años han adquirido acabados conocimientos cordilleranos heredados mediante transmisión oral, que les han permitido dominar saberes meteorológicos asociados a la interpretación del entorno natural para predecir el comportamiento del tiempo, siendo el viento de cordillera o “puelche” señal importante de olas de calor o lluvia, ya que el clima extremo de la cordillera incidirá en las actividades que se realizarán: cuidado de los animales, horas de pastoreo, veranadas que se ven marcadas por las primeras tormentas del año, incluso con caídas de nieve que limitan en gran medida el arreo por lo que indican que es momento de bajar de la cordillera; los conocimientos geográficos, de identificación de lugares, rutas o ubicaciones clave para trasladar al ganado o tener acceso al agua, siendo la “huella arriera” los caminos surcados durante generaciones de familias.

Los caminos hacia la cordillera son complejos, hay altas cumbres cortadas por pendientes, por lo que existen dificultades donde los arrieros deben tener especial cuidado para que su ganado pueda llegar a salvo a los sitios de descanso. Y por último, la utilización de hierbas para sanar alguna afección humana o animal, El vínculo con los animales implica saberes en su cuidado y estado de salud, vacunas, control de enfermedades y plagas.

Dentro de esta interacción constante y los conocimientos adquiridos con la experiencia, es relevante esa relación de diálogo, de conexión profunda con un territorio cordillerano que los nutre y protege, donde existe un lazo familiar e histórico, puesto que muchos arrieros de épocas pasadas transitaron por esos mismos caminos, habitaron las mismas veranadas, pasaron calor extremo y bebieron agua de las mismas vertientes.
Arrear es una actividad solitaria y mayormente masculina, en la que el arriero montado en su caballo, sus perros pastores, y en ocasiones una mula de apoyo, replican todo lo que desde la edad de 7 u 8 años veían y escuchaban hacer a sus padres o abuelos, transformándolo paulatinamente en parte de su identidad, forma de vida y subsistencia.


  • Identificador SIGPA: E6929
  • Folio: 2022_005
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